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La UA analiza el riesgo sísmico de Elche en un plan al que se quiere sumar Alicante

La Universidad lidera un estudio pionero a nivel nacional para conocer la vulnerabilidad de los inmuebles en función del suelo donde se asientan

La UA analiza el riesgo sísmico de Elche en un plan al que se quiere sumar Alicante

Elche va a ser la primera gran ciudad de la provincia y también de toda la Comunidad Valenciana en contar con su propio plan municipal de autoprotección con el fin de tener claro cómo debe reaccionar, afrontar y disponer sus recursos humanos y materiales en caso de que se produzca un terremoto, algo de lo que hoy en día carecen prácticamente todos los municipios.

Esto será una realidad en el año 2019 gracias al trabajo pionero a nivel estatal que están llevando a cabo científicos de la Universidad de Alicante, una iniciativa ante la que también el Ayuntamiento alicantino ha mostrado su interés para ser incluido en este proyecto, aunque todavía se está en una fase de contactos iniciales entre las partes.

El proyecto, encabezado por los investigadores de la Universidad de Alicante Sergio Molina (sismólogo) y José Antonio Huesa (arquitecto) cuenta con un respaldo económico de 60.000 euros por parte del Ministerio de Hacienda, Industria y Competitividad y, además de Elche (que aporta para cada una de las tres anualidades que se prolongará el trabajo cerca de 9.000 euros), también se incluye en el estudio a la localidad almeriense de Adra.

¿Por qué estos dos municipios? Porque el cono sur de la provincia y el sur de Andalucía son las dos zonas de mayor riesgo sísmico de España. Elche, en concreto, está bajo el influjo de la falla del Bajo Segura y también de la de Crevillent.

«La falla más activa es la de Crevillent y es de prever que a lo largo de esa alineación pueda desencadenarse actividad sísmica», apunta Tomás Cremades, técnico de emergencia de la Generalitat Valenciana, uno de los ponentes que participan en la I Jornada Internacional de Sensibilización frente al Riesgo Sísmico en la provincia que, desde ayer y hasta hoy, se celebra, con el apoyo de la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento ilicitano, en la Escuela de Negocios de Elche.

Sin asustar

Tanto él como Sergio Molina consideran que no se trata de alarmar a la población, sino de conocer el riesgo para saber afrontarlo y poder convivir con él. «Lo que pasó en Lorca puede pasar aquí, en esta provincia», apunta Molina, al tiempo que recuerda que Alcoy y Torrevieja han padecido importantes terremotos, de ahí que la población y las administraciones «deben saber cómo comportarse» ante estas catástrofes.

Los expertos señalan que tenemos planes antiincendios, antiinundaciones, antinevadas, etcétera, pero carecemos de planes que nos guíen a la hora de saber qué hacer ante un sismo. «El terremoto es el papá de todos los desastres», indica Tomás Cremades.

El Grupo de Ingeniería y Riesgo Sísmico de la UA precisamente pretende desarrollar mapas de probabilidad de colapso de los edificios predominantes en España, de forma que se puedan usar para mejorar nuestra normativa sismorresistente y, al mismo, tiempo aumente la resiliencia de las ciudades. En este contexto es donde se está llevando a cabo un análisis más detallado para los entornos urbanos de Adra y Elche, de forma que se puedan obtener también escenarios de daños y pérdidas debidas a terremotos utilizando un software. Estos resultados permitirán proponer medidas de mitigación del riesgo que podrán ser adoptadas por las administraciones encargadas de la planificación de las actuaciones frente al riesgo sísmico y las emergencias, señalan desde este grupo.

Además, los investigadores van a realizar un estudio de qué zonas de Elche, ya sean barrios o pedanías, pueden verse más o menos afectadas en caso de seísmo en función de la tipología del suelo y de la estructura de los edificios construidos en cada caso. «La geología puede hacer que un terremoto se amplifique o no. Hemos confirmado que existen suelos blandos que pueden amplificar el sismo», agrega Sergio Molina.

La primera normativa que sentó las bases para edificaciones sismorresistentes es de 1994, se mejoró en 2002 y todo apunta a que en 2018 se actualizará de nuevo, por lo que todas las construcciones de obra nueva, tras revisarse los valores del mapa de peligrosidad sísmica, deberán ser más exigentes en esta cuestión.

Con todo ello, además, Elche contará (y posiblemente Alicante si finalmente se concretan los acuerdos para integrarse en éste o en otro proyecto adicional) con un plan de actuación municipal frente al riesgo sísmico, el primero en toda su historia y donde se debe concretar cómo actuar en caso de un desastre de este tipo.

La Generalitat Valenciana ha dispuesto ya su plan regional en este sentido y todos los municipios tienen la obligación ahora de contar también con este plan propio de autoprotección.

En concreto, los municipios de menos de 5.000 habitantes, en la mayoría de los casos, están siendo elaborados por Protección Civil, cuerpo que, junto a bomberos, efectivos policiales, sanitarios, técnicos de la Administración en medio ambiente y urbanismo, expertos universitarios, colegios profesionales de arquitectos, médicos, o ingenieros de edificación están concernidos en este asunto.

Este evento impulsado por la UA busca por tanto la intención de contribuir a mejorar la capacidad de detectar, prevenir, absorber y recuperarse de una emergencia por parte de la sociedad alicantina, algo que, raíz del terremoto de Haití del 12 de enero de 2010 y el de Lorca el 11 de mayo de 2011, se ha extendido una mayor sensibilización, no solo por parte de la población, sino también de cara a las distintas administraciones.

Esta jornada también está contando con testimonios de experiencias vividas de primera mano relacionadas con el terremoto de la citada localidad murciana. Así, por ejemplo, se recuerda que una parte de las muertes se debió a la caída de balaustradas de los balcones porque no estaban ancladas correctamente, algo que precisamente con la nueva normativa sismorresistente que entrará en vigor el próximo año se trata de resolver, de manera que la vulnerabilidad sea menor y el comportamiento de las estructuras constructivas sea más resistente.

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