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La pesadilla de ser MIR

El 70% de los médicos residentes padece estrés y el 40% refiere haber sufrido algún tipo de acoso en su ejercicio profesional

Curso para futuros médicos en la universidad. ISABEL RAMÓN

Tras seis años de carrera y otro más, en el mejor de los casos, de preparación del duro examen para ser Médico Interno Residente (MIR), miles de jóvenes alcanzan por fin el sueño de empezar a ejercer su profesión mientras siguen formándose en su especialidad en un hospital. Y en muchos casos el sueño se torna pesadilla.

El 70% de estos médicos sufren estrés o el conocido como síndrome «burn out» o «síndrome del quemado», mientras el 40% refiere haber sido víctima de algún tipo de acoso en su entorno laboral.

Estos alarmantes datos los dio a conocer ayer Borja Castejón, especialista en cirugía vascular y representante de los MIR en el Colegio de Médicos de Madrid, donde hay más de 4.000 médicos residentes. Castejón impartió la charla «Medidas profilácticas para enfrentarse al lado oscuro del MIR» ayer en el Colegio de Médicos de Alicante, en el marco del Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina organizado por los alumnos de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH).

«El verdadero problema es que todo esto permanece oculto y la única forma de solucionarlo es sacarlo a la luz y que se conozca lo que está sucediendo como paso previo a sentarnos con las instituciones a buscar soluciones», explica este joven médico.

En la provincia de Alicante salieron 203 plazas MIR en la última convocatoria, pero el tiempo de residencia oscila entre los tres y cinco años en función de la especialidad, por lo que la cifra de médicos residentes es cercana al millar.

«Vemos que esta formación puede acabar afectando a la salud mental de los residentes, por eso hay que alertarles y despertarles su sentido crítico, que no traguen con todo lo que se encuentren por miedo, aprendan a manejar situaciones complicadas y pidan ayuda», afirmó Castejón, y así se lo trasladó a los futuros profesionales.

Las cifras de acoso, el 40%, también son altas y vienen de un estudio realizado en el Hospital Clínico de Barcelona que, según indicó Castejón, se pueden extrapolar al resto de centros aunque admitió que dentro de los hospitales existe la figura del tutor y de la comisión de docencia que realizan un seguimiento de los médicos recién incorporados aunque «en unos sitios funcionan muy bien y en otros muy mal», aseguró. Este acoso se «disfraza» en forma de dejar fuera al residente de algunas actividades del servicio, minusvalorarlo, ridiculizarlo e incluso insultarlo. También se enmarcan dentro del acoso las jornadas maratonianas y la falta de libranzas tras una guardia. Y por supuesto, las actitudes machistas. Estas situaciones se producen tanto por parte del jefe de servicio hacia el residente como por parte de compañeros.

Además de estos dos peligros a los que se puede enfrentar un médico residente, Castejón también informó a los estudiantes sobre la precarización de la profesión. «Es una realidad. Según los datos que manejamos de más de 13.000 médicos sólo la mitad tienen plaza en propiedad y dentro de este grupo en el último año han tenido cuatro contratos diferentes y la peor parte se la llevan los menores de 40 años, las mujeres y los extranjeros», informó este médico.

Ligado a esta precarización Castejón también incidió sobre los bajos sueldos. El salario base al incorporarse a la profesión es de unos mil euros aunque varía en función de cada comunidad autónoma, a lo que hay que añadir las guardias y los años de residencia que se sumen. La Comunidad Valenciana es la segunda que mejor paga a los residentes con un salario de 16.475 euros anuales, por detrás de Murcia que sube sólo un poco más hasta los 16.497 euros, según datos del Sindicato Médico.

Así, llegar a ser médico se convierte en una auténtica carrera de obstáculos con la «problemática añadida» de que, según señala Castejón, «al ser una profesión vocacional se asume que las cosas son así y que tienes que pasar por todo tipo de situaciones desagradables antes de conseguir la meta».

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