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Premio de Arquitectura para la Torre de la Universidad

La antigua torre de control de Rabasa, cuyo autor se desconoce, recibe el reconocimiento del Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciana

Intervención del decano de los arquitectos de la Comunidad. isabel ramón

Una torre de control aeronáutico construida en 1940 reconvertida en el Servicio de Gestión de la Investigación y Transferencia de Tecnología de la Universidad de Alicante (UA). Esta singularidad fue reconocida ayer por la Fundación Docomomo Ibérico, que documenta y vela por la conservación del patrimonio arquitectónico moderno en España, y por el Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana (COACV) en el Día Mundial de la Arquitectura.

El germen del campus de la UA todavía mantiene aspectos poco conocidos para la ciudadanía y para los propios alumnos y algunos de ellos se desvelaron ayer en el transcurso del acto de colocación de una placa conmemorativa a la que asistieron el vicerrector de Campus y Tecnología, Rafael Muñoz; el decano de COACV, Rafael Durá, y el profesor de Arquitectura de la UA Andrés Martínez Medina.

Martínez Medina relató que el autor del edificio de la torre de control es desconocido pero dató su construcción entre 1940 y 1941 dentro del recinto que ya funcionaba como aeródromo comercial desde 1919, militarizado a partir de 1936.

La construcción funcionó como aeródromo al servicio del Gobierno de la II República junto a la obra más antigua del campus, los hangares de 1937. Desde este lugar salieron los últimos aviones militares republicanos hacia el Puerto con la misión de proteger la salida de refugiados durante la Guerra Civil, según recoge una publicación sobre la Arquitectura del campus. Actualmente de los antiguos hangares sólo queda la estructura que se ha utilizado para albergar un frondoso jardín.

El profesor destacó la apuesta por poner en valor este periodo arquitectónico, descendiente del racionalismo y heredero de las vanguardias de entreguerras, «funcional y económico». Y desveló también que durante los años 90 corrió el riesgo de desaparecer por su mal estado de conservación.

Finalmente la UA optó por conservarlo, rehabilitarlo y darle un uso académico. También destacó dos curiosidades del edificio. El hecho de que todavía se conserve un búnker en su sótano con su losa de 1,20 metros de hormigón armado y que el prestigioso arquitecto Álvaro Siza, autor del edificio del Rectorado, variara su proyecto inicial para evitar que su obra tapara la visión de la torre de control al entrar desde el acceso principal al campus, el de la escultura de la mano de Azorín.

El vicerrector destacó que esta zona que incluye la torre de control, los hangares y los antiguos pabellones militares construidos poco después forman el «casco histórico del campus» y que se continuará con su puesta en valor. Así, el Pabellón de Alumnado, Relaciones Internacionales y el Museo de Colecciones Científicas se trasladarán a antiguos pabellones militares en cuanto acaben las obras de adecuación, que calcula será para el segundo cuatrimestre del curso.

Por su parte, el decano de los arquitectos de la Comunidad Valenciana se unió al reconocimiento de la arquitectura moderna por el que luchan activamente buscando la protección de los 140 edificios catalogados por Docomomo en la Comunidad y al lema de este año de la Unión Internacional de Arquitectos «Actuemos contra el cambio climático».

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