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Rechazo total a las cargas policiales en Cataluña

Los estudiantes condenan la respuesta al referéndum catalán al margen de cuestionar su legitimidad y apelan al diálogo

El referéndum catalán del domingo y las cargas policiales en los puntos de votación centraban ayer las conversaciones de muchos alumnos de la Universidad de Alicante (UA). Como ocurre otras veces en cuestiones sobre Cataluña vistas desde la provincia, las opiniones conformaban un amplio abanico: del apoyo total a la consulta y al derecho a decidir al recuerdo de que la votación había sido declarada ilegal por el Tribunal Constitucional y no tenía validez legal.

Pero eso sí, con un punto inequívoco en común: el rechazo total a la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, al considerar que se obró con una violencia innecesaria, y la apelación al diálogo como única vía de salida posible.

Daniela Charry, alumna de Estudios Ingleses, insistía en que «la forma de tratar a las personas fue horrible» y que «no había necesidad alguna de cargar» contra ellas. En todo caso, «la votación se podía haber anulado; no tenía validez de todos modos». A su lado, su compañera Cristina Cascales apostillaba que «lanzar a mujeres por las escaleras o sacarlas de los colegios tirándoles del pelo no son formas», al margen de mostrarse contraria al referéndum: «Creo que también debo decidir si un territorio sale del país, porque eso repercute sobre todos».

Cerca de ellas, María Mallebrera, Borja García, Francisco Javier Ruiz y Sandra Cañizares, de Derecho y Criminología, intercambiaban opiniones enfrentadas. Para el segundo, «el referéndum fue una violación de la Constitución, y la actuación de la Generalitat, una violación de los derechos de los no independentistas». Eso sí, a su juicio esto es «un fracaso del diálogo». Mientras, la primera incidía en que «ninguna ley es inamovible; sin cuestionar el Derecho no se puede cambiarlo para mejor», y denunciaba la «excesiva represión policial». Por su parte, Sandra aludía a la «actuación pésima de todas las partes», y Francisco Javier recalcaba que «la solución es el diálogo», opinión que compartía todo el grupo.

Antonio Moreno e Iván Ponce, de Filología Catalana, también disentían entre sí pero con el punto en común de rechazar la violencia. Para el primero, más indiferente hacia la cuestión catalana, «la Generalitat ha dejado en evidencia al Gobierno», cuando «las cosas se deben hacer bien». Su compañero, en cambio, era más rotundo: «La violencia no tiene ningún valor y la represión está fuera de lugar. Si votar está prohibido, no es una democracia».

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