El dolor es una experiencia directa que todos hemos sentido, un fenómeno perceptivo que interacciona entre cultura, sociedad, sistema nervioso, sistema inmunológico y el propio entorno en el que se desenvuelve un sujeto en particular. Pero sobretodo el dolor es una llamada de atención, esa alarma interior que nos indica que algo no va bien y al que siempre debemos escuchar.

La intensidad puede ser leve, moderada e intensa y puede ser causado por diferentes motivos, los cuales marcan las características y el tratamiento del mismo: dolor reflejado de origen visceral, por trastorno del sistema músculo-esquelético, neuropático por alteración del sistema nervioso central o periférico o ambos a la vez, e incluso emocional y afectivo, por lo que no siempre es fácil localizar su etiología. Es subjetivo y de medición aproximada en cada sujeto, envolvente y capaz de mantenerse en nuestra vida de manera crónica, ocasionando un cambio sustancial en el ritmo vital. Puede ser agudo y pasajero desapareciendo tal y como vino.

Javier, un paciente del Hospital de Rehabilitación Neurológica Casaverde de Mutxamel (Alicante) relataba así su experiencia con el dolor: «te roba lo más intrínseco de tu personalidad, lo que antes te gustaba ya carece de importancia, ya no escuchas la música, todos tus sueños no tienen significado, llegas a convencerte de que no perteneces a esta sociedad, porque realmente es así, este sistema no está hecho para quien no puede enfrentarlo con normalidad. Escuchas cómo se suceden las Navidades, los carnavales, los cumpleaños y cómo por la ventana oyes a otros celebrarlo como tu hacías antes mientras estás postrado en una cama» € «Por suerte en mi vida entró una persona e hizo lo que nadie quiso, ni mis hermanos siquiera, escucharme, intentar comprenderme, hacerme sentir que no estoy solo, agarrar mi mano en los momentos de más dolor... así todo duele muchísimo menos, ya soy un poco más normal» « necesitas a alguien, igual que todo el mundo, el ser humano es un ser gregario y no hay excepción pese a las circunstancias» .

Los pacientes de daño cerebral padecen síndromes dolorosos de diferentes causas como son un dolor derivado de una subluxación en la cabeza humeral, neuralgias faciales, de alteraciones del tono muscular como es la espasticidad, dolor por rigideces articulares y alteraciones ortopédicas, un dolor neuropático localizado en brazo-mano, pierna-pie, y ante todo debemos tener en cuenta que siempre supone una interferencia en la evolución del tratamiento rehabilitador, retrasa la recuperación y es capaz por sí mismo de limitar las técnicas a emplear por parte del terapeuta ocasionando un obstáculo en el manejo del paciente. El dolor limita un balance articular, altera un equilibrio, dificulta una reeducación de la marcha, complica un reaprendizaje en una actividad de la vida diaria, provoca un desánimo en el paciente, mantiene la frustración, entorpece una correcta relación familiar y con la sociedad en general, en definitiva impide una óptima reinserción.

Combatir el dolor del paciente es un reto, el cual el equipo multidisciplinar al completo (neuropsicólogos, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, logopedas, enfermeros y médicos) debe ayudar en la medida de lo posible a su localización mediante su observación, conocimiento y experiencia desde las diferentes áreas. Lograr la eficacia terapéutica en estos casos precisa de un abordaje integral centrado en la persona, en su experiencia y relación con el dolor, que en la mayoría de los casos va más allá de un síntoma puramente físico, sino que se convierte en un compañero de viaje que llega a robar la propia identidad y la calidad de vida. Cada uno de los profesionales que conforman el equipo del Hospital de Rehabilitación Neurológica Casaverde Mutxamel (Alicante) tienen un papel fundamental para acorralar al dolor y decidir las técnicas de tratamiento más adecuadas, ya que el dolor debe convertirse desde el primer momento en una prioridad terapéutica.