España juega el lunes los octavos de final contra Italia, un partido decisivo de la Eurocopa tras la dolorosa derrota contra Croacia. Un partido que, como ha ocurrido en anteriores ocasiones, generará intensas emociones -positivas y negativas- en el aficionado. Además de emocionarnos y divertirnos, el fútbol nos hace olvidar conflictos, supone una gran evasión, aunque sea durante un par de horas, de los problemas que nos rodean; pero también puede frustrar al aficionado e, incluso, repercutir en su salud.
Según explica la doctora en medicina Marisa Navarro, autora del libro «La medicina emocional», entre otros beneficios el fútbol, nos da referentes de superación, los jugadores se convierten en héroes para los aficionados viendo en ellos modelos capaces de superar adversidades, lograr triunfos e inspirar. Además fomenta el reconocimiento y la integración, estamos hechos para relacionarnos con los demás, y una forma de hacerlo es a través de un deporte de equipo, que sacia nuestra necesidad de sentido de pertenencia.
Por el contrario, añade, cuando un equipo sufre una derrota o ante situaciones de mal juego, se pueden producir emociones intensas en exceso como tristeza, ira, estrés o ansiedad que afectan físicamente. Aumentan la frecuencia respiratoria y cardiaca; crean tensión muscular que puede provocar dolor o desencadenar subidas de nuestra presión arterial, que junto a otros factores predisponentes podrían desencadenar hasta infartos.
PARA QUE EL FÚTBOL NO TE DEPRIMA
El hincha debe comprender que el fútbol es un juego. Aunque está muy bien anhelar que gane y disfrutar con las victorias, debe de recordar que no siempre se puede ganar. «Hay que saber perder si nuestro equipo ha sido superado, ilusionándonos con nuevas oportunidades», añade la experto, que recuerda que «es elegante y deportivo saber perder con dignidad».
El esfuerzo y el buen juego debe ser visto como un triunfo. «Si pierde nuestro equipo, debemos decirnos que el espíritu deportivo supone el mayor esfuerzo e intento por jugar lo mejor posible, disfrutando del juego y del espectáculo», afirma.
Evitar pensamientos negativos. Para no dejarnos llevar por emociones negativas intensas, la doctora asegura que lo mejor es no dejar que nuestros conflictos personales puedan manifestarse a través del fútbol. Evitar los pensamientos que pueden producir sentimientos y emociones negativas, sobre los sucesos que se den en el partido y desarrollar una conducta de aceptación de los resultados.
Abstenerse de beber alcohol en los partidos. Según la experta su consumo disminuye nuestra capacidad para controlar nuestras emociones.
Piensa que puedes ser un ejemplo. Muy importante es el ejemplo que se da a los hijos al acompañarnos a eventos deportivos, lo que debe ser aprovechado para educarlos en el respeto y la tolerancia, que no está reñido con disfrutar de todas las pasiones que desata el fútbol.
Siempre queda la próxima temporada. A los que se deprimen con el final de las competiciones, deben saber que pronto empezará la próxima temporada. Y que es muy positivo poner nuestra atención en otras cosas, y darnos cuenta que también nos pueden satisfacer otras actividades como hacer deporte, leer, pasear o escuchar música.
Ejemplos de deportividad
La experta pone como ejemplo a dos personas que entienden el fútbol de manera emocionalmente sana, a Vicente del Bosque y Andrés Iniesta, que son profesionales de carácter ganador, pero que saben perder con elegancia.
A su juicio Inesta porque ha sabido alcanzar el respeto y la autoridad moral, respecto de su equipo, con trabajo y estrategias deportivas adecuadas e inteligentes, motivando a cada jugador para obtener su mejor rendimiento, escuchando al grupo con empatía, sabiendo canalizar las emociones, mostrándose siempre sereno y haciendo crecer el sentimiento de orgullo de equipo y de esfuerzo máximo por vencer.
Mientras que del seleccionador nacional destaca que, a parte de su talento e inteligencia, tiene un gran espíritu de equipo, se esfuerza con pasión y ofrece en el campo una imagen de habilidad, sacrificio y profesionalidad.
