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Tribuna

A ti que eres madre: No juzgues y no serás juzgada

Me siento tan culpable por darle biberón -me decía entre lágrimas aquella frágil madre que aún no sabía ni cómo sentarse tras un doloroso y traumático parto- que aún no había sanado.

En esa semana tuve a un par de madres solteras, varias divorciadas, unas cuantas madres primerizas recién estrenadas con más de 40 años, más de una docena de madres que habían decidido dar biberones, 3 ó 4 con lactancias prolongadas, varias madres ejecutivas que apenas pudieron disfrutar de su baja maternal, muchas que optaron por no incorporarse al mundo laboral para vivir plenamente la crianza.

Madres que practicaban colecho, madres que a los 6 meses «enseñaron» a su hijo a dormir solo. Madres de niñas con preciosos ojos rasgados que delatan una historia difícil. Madres autosuficientes que habían decidido criar a sus hijos en solitario, madres dependientes que cualquier actividad la hacían con su pareja al lado. Madres con estudios, madres sin estudios?Y todas ellas, todas sin excepción, compartían algo. Compartían un sentimiento, una desazón: Se sentían juzgadas.

Si le das biberón definitivamente eres la peor madre del mundo, si le das pecho pasado el año, tu hijo es un «vicioso» y tú culpable por permitírselo. Si duermen contigo que sepas que lo estás haciendo fatal porque no estás cuidando tu matrimonio. Si aplicas el método Estivill es que no tienes compasión. Si decides ser madre soltera, estás loca. Si te divorcias con tus hijos pequeños, eres una egoísta.

Si solamente consumes productos ecológicos y utilizas pañales lavables, se te ha «ido la cabeza»; si solamente le das potitos de frutas porque no hay manera de que se coma la fruta natural, estás envenenando a tu hijo. Si lo llevas a un colegio privado es que eres una elitista. Si lloras, eres una llorona. Si no lloras, es que eres demasiado dura y fría.

¡Pero bueno! ¡Basta ya! Basta ya de juzgarnos. Es hora de estar unidas y apoyarnos, o al menos, no entorpecernos que bastantes palos tenemos en las ruedas ya ¿no os parece?

No juzgues y no serás juzgada.

Deja que las mujeres que te rodean vivan su maternidad como deseen, déjalas tranquilas. ¿Cuántas veces has juzgado hoy a alguien? ¿Y cuántas veces te has sentido juzgada? Guardería, sí; guardería no. Teta, biberón. Trabajo, no trabajo. Madre soltera o casada. Ropa de marca o de mercadillo. Colecho o no colecho. Productos ecológicos o de marca blanca. ¿Qué más te da a ti?

La maternidad y la crianza no llevan un traje de talla única, no existe el manual de la «buena madre», olvídate.

¿Sabéis qué es lo más reconfortante para una madre? ¿Sabéis que con solo escucharlo nuestra expresión facial cambia de un modo maravilloso? ¿Sabéis que con solo oírlo una vez, tenemos energía para muchos días, meses, incluso para el resto de nuestras vidas? Sí. Yo sé perfectamente quienes me lo han dicho y en qué momento, y no, no lo olvido ni lo olvidaré. Y cuando me siento juzgada, cuestionada, a veces acorralada, solo tengo que volver a todos ellos y repetírmelo: Eres una madre maravillosa.

Disfrutad de vuestra maternidad y paternidad intensamente, todo lo intenso que podáis. Asumid esta inmensa responsabilidad que es ser padre. Nuestros hijos nos observan todo el día, ahí están, nos miran, nos vigilan y por supuesto nos imitan. No lo olvidéis. Dejaos llevar por vuestras emociones, seguid vuestro instinto y no permitáis que nadie intente juzgar vuestra manera de vivir y sentir. Es intransferible, irrepetible e inolvidable. Y es vuestra.

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