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Que pase el siguiente

Síndromes de sensibilización central en la Comunidad Valenciana

El 3,5% de los valencianos (unas 175.000 personas) sufren una de estas dolencias

Los enfermos de Síndromes de Sensibilización Central (SSC) (Fibromialgia, Sensibilidad química múltiple, Fatiga crónica/Encefalitis miálgica y Electrosensibilidad) representan el 3,5% de la población valenciana (unas 175.000 personas, 1.700.000 en todo el país) según las estimaciones más optimistas. Estas enfermedades, en modo alguno psicológicas, pueden tener consecuencias serias sobre las capacidades físicas y cognitivas de los afectados. Resultan invalidantes y limitan la vida de los afectados y de sus familias. Casi todas ellas son, sino todas, consecuencia de la gigantesca contaminación que ya padecemos a través de los alimentos que consumimos, el agua que bebemos, el aire que respiramos, los productos de aseo y cosméticos, los aditivos en la ropa y la contaminación electromagnética.

Y pasa que la mayoría de estos enfermos en la Comunidad Valenciana han perdido parte del acceso a sus especialistas (en la sensibilidad química casi no existe y en la electrosensibilidad es nulo) abandonados por unas autoridades que durante años han sembrado el ninguneo y el desconcierto y que ha dado como resultado, no solo la ausencia de una asistencia relevante sino, también, la negación sistemática de sus peticiones de incapacidad laboral permanente y las subsiguientes pensiones a las que tienen derecho. Esto ha llevado a este colectivo, bajo el implacable pero estéril designio del PP, a la exclusión social. Es más, estoy convencido de que tal nefasta política ha influenciado hasta el plan terapéutico actual consistente en diagnosticarlos tarde y recomendar, como tratamientos, la terapia cognitivo conductual, los analgésicos, los antidepresivos y el ejercicio, caso por ejemplo de la fibromialgia. Palmaditas en la espalda. Cabría preguntarse aquí si en esta modernidad sobrevenida de golpe, ante el impulso del viento del pueblo, si esta va a llegar hasta la medicina o se van seguir admitiendo las mismas pautas terapéuticas en estos pacientes. Esperemos que se abra el abanico con la incorporación de nuevas pautas terapéuticas y preventivas que necesariamente deben ser estudiadas bajo el epígrafe de la Medicina ambiental, tímidamente iniciada pero todavía no consolidada oficialmente en nuestro país y que tantos éxitos está dando fuera de nuestras fronteras.

Y a esta epidemia fácilmente constatable habría que sumar aquella otra, más sibilina, representada por la exposición a determinados contaminantes, entre los que se encuentran determinados pesticidas, el metilmercurio o los PCBs (bifenilos policlorados). Sustancias a las que se les atribuye, tal y como demuestra la más reciente investigación, DENAMIC, efectos perniciosos en la edad infantil sobre el aprendizaje, el desarrollo cognitivo y motor y provocar trastornos como el déficit de atención, el autismo y el trastorno de ansiedad. Tal proyecto, el enésimo, ha demostrado que el cerebro en desarrollo es excesivamente vulnerable a los efectos de los contaminantes, incluso a bajos niveles de exposición, produciendo efectos duraderos e incluso permanentes. Proyecto coordinado por el Instituto de Estudios Medioambientales de la Universidad de Ámsterdam y que ha contado con la participación del laboratorio de Neurobiología del Centro de Investigación Príncipe Felipe, del Centro Superior de Investigación en Salud Pública y del Instituto de Medicina Genómica. Patologías que a su vez pueden ser carne de cañón para aumentar en un futuro cercano la incidencia/prevalencia de las citadas enfermedades por sensibilización central, entre otras. Contaminación humana ya demostrada en numerosas investigaciones anteriores como denunciada en otras tantas (véase el último informe de Stephanie Horel llamado «Asunto Tóxico», en relación a los disruptores endocrinos, demostrando como la política de alto nivel se rinde ante el lobby químico).

Las evidencias de la magnitud de la contaminación y sus efectos sobre el ser humano son igual de abrumadoras que la inercia que algunas instituciones venían padeciendo. Las declaraciones científicas, médicas y jurídicas son tan demoledoras, que incluso llegan a esgrimir razones fundamentadas en la vulneración de los derechos de protección y seguridad humanas.

Pero algo se mueve en nuestra comunidad, lo sé de buena tinta, en determinados escalafones de la Consellería de Sanidad Universal y Salud Pública y en la Comisión delegada del Consell de inclusión y derechos sociales: organismo interdepartamental presidido por la mismísima Mónica Oltra. A mí me gustaría que tales movimientos se posicionasen alrededor del Primer Plan de rescate en el estado español para las personas afectadas por estos Síndromes de Sensibilización Central, aprobado el 30 de noviembre de 2015 en el pleno del ayuntamiento de Tarragona el cual recoge un programa de actuación específico y concreto para estos pacientes. Hecho histórico a imitar que no solo viene a corroborar el conocimiento previo que ya se tiene en España sobre estos síndromes sino también la necesaria acción a todos los niveles.

No queremos pensar que la política valenciana se toma con extrema tranquilidad estos temas, como una isla en la que las experiencias políticas ajenas siguen siendo como el agua que separa continentes. Entendemos que necesitasen un tiempo prudencial para posicionarse en sus cargos y tomar las mejores decisiones. Pero ya es el momento. Estos enfermos no necesitan mociones de «apoyo y solidaridad», necesitan hechos.

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