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Tribuna

¿Por qué el comportamiento cambia tras un ictus?

Para ayudar al paciente hay que huir de las prisas y tratar de que el reaprendizaje sea algo relajante.

El ictus es una experiencia muy traumática. Una persona puede tener hoy una salud excelente y mañana estar en una cama sin posibilidad de mover la mitad del cuerpo. Son muy frecuentes, después del ictus, las alteraciones o cambios en la personalidad de las personas afectadas.

Pueden aparecer conductas o comportamientos nuevos, que antes no eran propios de él, o se produce una «agudización» de sus rasgos de personalidad previos. Estas alteraciones no solo se deben a una afectación de las estructuras o funciones del cerebro, si no también, al proceso de adaptación psicosocial de la nueva situación.

Que el paciente presente unas alteraciones u otras va a depender de múltiples factores como son el tipo de lesión, su magnitud, su localización, las características previas de personalidad del sujeto e incluso el entorno familiar y social que puede contribuir a perpetuar e incluso aumentar el problema con una actitud y comportamiento inadecuado.

Las alteraciones conductuales son respuestas inadecuadas que se producen por exceso o por defecto. Un ejemplo de conductas por exceso serían: impaciencia, irritabilidad, agresividad, infantilismo, cambios de humor, desinhibición social o sexual, rigidez mental, impulsividad, llamadas de atención, verborrea... En cambio las conductas por defecto pueden ser: la conducta que desencadena la falta de control de impulsos, o la escasa conciencia de enfermedad, escasa iniciativa, apatía, falta de espontaneidad, indiferencia, aplanamiento afectivo, escasa tolerancia a la frustración, impersistencia?

Las alteraciones del funcionamiento «social» constituyen una de las consecuencias a largo plazo más comunes e incapacitantes después de una lesión cerebral, limitando las posibilidades de una adecuada reinserción familiar, laboral y/o social. Estas alteraciones pueden dificultar el comprender qué piensan y sienten otros, les cuesta ponerse en el lugar del otro, dicen cosas fuera de contexto, no entiendes ciertas normas sociales, etcétera.

Por todo esto tenemos que tener en cuenta que estas alteraciones de conducta observadas son consecuencias del ictus, y es importante controlar todo aquello que lo pueda desencadenar, modificando las conductas inapropiadas y controlando las reacciones que podamos tener.

En la Rehabilitación Neuropsicológica la presencia de los familiares es fundamental para evitar que el paciente presente actitudes negativas ante la enfermedad y desarrolle un cuadro depresivo que interfiera de forma significativa en el proceso de recuperación.

Es importante que se mantenga una vía de comunicación para permitirle expresar cómo se siente.

Para ayudar al paciente hay que huir de las prisas y tratar de que el reaprendizaje de tareas diarias sea una actividad relajante y tener presente que el progreso lleva tiempo. Es bueno ser positivo pero manteniéndonos realistas.

El familiar debe entender que dichos cambios constituyen una manifestación del ictus y que está completamente fuera del control voluntario del paciente; por lo que hay que restarles importancia e intentar que nos duela lo menos posible, a la vez que intervengamos en la modificación de conducta.

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