Ya están llegando los deseados días de vacaciones de Navidad para los más jóvenes de la casa, y puede ser una buena ocasión para jugar con ellos.
¿Qué es el juego? El juego es una actividad que puede realizar cualquier persona con o sin juguetes y bien sólo o en compañía. Además puede perseguir algún fin determinado o simplemente se hace para pasar el rato. De hecho, para los más pequeños el juego además de servirles para divertirse, son un buen medio para aprender, adquirir determinadas habilidades e incluso hacerse más sociable.
Jugar es vivir
Los hijos necesitan de sus padres que no solo ejerzan como tales sino que, también, sean sus compañeros de juego. Y eso ocurre, aunque no seamos conscientes de ello, desde los primeros meses de vida.
Al principio comer es un juego («una por papá otra por mamá...»); el momento del baño, una fiesta (chapotear, salpicarnos, agita sus brazos y piernas...). Cualquier sonido es un juguete; no sólo el sonajero, también el cascabel, el xilófono, el teléfono, la música... También sus sonidos (carcajadas, pedorretas...) y los nuestros (canciones, balbuceo...); y luego vienen las palabras: «Ajo, mamá, papá, pan, caca, agua, tata, adiós...»
El lenguaje de la seducción también es un juego: «Cucú-cucú», taparse y destaparse con la mano o con una sábana, «el nene no está...» Desde que tiene meses: «palmas palmitas», «cinco lobitos tenía la loba». Imita los sonidos del gato, del perro, del burro...
Más adelante observa y trata de imitarnos: «Intenta hacer como si...» Le da de comer a una muñeca, le limpia la boca, la acuesta, a levanta, la peina... Carga el camión y lo descarga. Lee el periódico. Da clase como la profesora, intenta imponer silencio al resto de la clase... Juega a médicos, o a papás y mamás. Y cuando descubre el dibujo, para ellos además de jugar, es imaginar?
Tenemos juguetes
Un juguete debe permitir al niño desarrollar su creatividad y su deseo de experimentar. Debe favorecer el papel de los órganos de los sentidos y su habilidad manual o mental. Ayudará a fomentar la sociabilidad y el interés por el mundo que le rodea. Los juguetes han de ser simples, sin alta tecnología, fáciles de montar y desmontar?y seguros. En ocasiones los avances tecnológicos facilitan momentos de ocio sedentarios; no es bueno que los niños no se muevan y, mucho menos, que se aíslen. Este tipo de juguetes han de incluirse entre otros, pero su uso será llevado con moderación y supervisión.
No olvidemos que los padres y la familia pueden ser el mejor juguete para sus hijos; basta con ver, mirar, observar, escuchar, oír, descubrir, tocar, oler, hablar... De los padres depende que su primer contacto con personas, animales o cosas sea positivo, alegre, confiado y amoroso. Idea. ¿Qué tal si uno de los regalos que van a recibir es una caja envuelta con un precioso papel? Y le metemos dentro un montón de vitamina T= tiempo de los padres. Felicidades.