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¿Problemas con el sexo?

Se dice que cada vez es más frecuente que los hombres jóvenes padezcan de disfunciones sexuales, pero la realidad es que siempre ha sido así, la estadística es abrumadora, 1 de cada 3 hombres padece eyaculación precoz y más de la mitad de los hombres después de los 40 años padece algún grado de disfunción eréctil, según la Organización Mundial de la Salud, esto no es algo moderno o de nuestra época, lo que sucede es que poco a poco la sociedad evoluciona y en el aspecto sexual -a pesar de que falta mucho por avanzar- también sucede lo mismo. Los hombres y mujeres se preocupan más por el bienestar sexual propio y de la pareja, es por ello que consultan con más frecuencia aunque con los mismas dudas y temores. «Me da vergüenza», «se me pasará», «será psicológico o físico», «no tengo remedio», etc. Pero hay algo en común en todos estos pensamientos y sensaciones: la inseguridad y frustración, son emociones que están presentes en la gran mayoría de personas que lo padecen, y que puede derivar en un sinfín de posibilidades muchas de ellas negativas para la persona y la pareja en sí.

Los más frecuentes son la eyaculación precoz (EP) y la disfunción eréctil (DE). La EP se caracteriza por la incapacidad del hombre para controlar la eyaculación antes o durante de la penetración incluso con una mínima estimulación sexual, y por tanto, no lograr un tiempo suficiente para satisfacer a la pareja o a si mismo. La DE se caracteriza por la incapacidad para alcanzar o mantener una erección suficiente para obtener una relación sexual satisfactoria.

¿La causa es psicológica o física?

La causa suele variar dependiendo de la edad y de situaciones individuales, para la EP se relaciona más a jóvenes pero suele mantenerse a lo largo de toda la vida si no se trata -contrario a lo que se piensa, que con la experiencia mejora- se sabe que hay una relación directa con el grado de ansiedad que produce la relación sexual y la falta de control, además de la existencia de neurotrasmisores relacionas al control de la eyaculación que al regularlos con medicamentos mejoran considerablemente los síntomas, por ello se puede considerar una condición mixta.

La DE, en personas menores de 40 años de edad, suele ser un proceso más psicológico y se relaciona con alguna inseguridad, complejo o creencia errónea sobre las relaciones sexuales en general o en sí mismo, sin embargo, no significa que una persona menor de 40 años no pueda tener un problema físico que ocasione el problema.

En personas mayores de 40 años, muchos investigadores lo han relacionado a cambios en el flujo sanguíneo como una deficiencia arterial o una fuga venosa, en los cuales se ve afectado el llenado de los cuerpos cavernosos - encargados del 70 al 80% de la erección- y con ello, la dificultad para obtener o mantener una erección el tiempo necesario. Es importante tener en cuenta que cualquier enfermedad subyacente que altere los vasos sanguíneos aumenta el riego de padecer DE, como lo son la diabetes mellitus, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, etc.

¿Tienen tratamiento la EP y la DE?

Por supuesto, en la EP lo primero es identificar las causas y los factores de riesgo en cada persona, una vez hecho esto, se plantea de forma individualizada el tratamiento a seguir, con un diagnóstico adecuado los resultados suelen ser muy positivos, consiguiendo la resolución total del problema en la mayoría de los casos.

Con respecto a la DE el proceso es más complejo, dependerá de las causas, la edad y las patologías subyacentes, sin embargo, en el 90% de los casos se pueden paliar los síntomas y recuperar la vida sexual muy rápidamente con el tratamiento adecuado. Con tratamientos actuales como la Onda de Choque Extracorpórea (OCE) se pueden pueden conseguir mejoría de los síntomas de forma natural, por tiempo prolongado y sin riesgos para el paciente.

Es recomendable para toda persona que padece algún tipo de disfunción sexual, que no dude en consultar lo antes posible, en la consulta se resolverán muchas dudas, se decidirá qué hacer para mejorar y qué tratamiento a seguir, el profesional sirve de apoyo, ayuda a aliviar la carga emocional y psicológica. Es muy importante y no se debe menospreciar este tipo de problemas, pues una vez se inicia un proceso de este tipo -sea cual fuere la el factor que lo produjo- el problema tiende a cronificarse si no recibe la atención adecuada y con ello las consecuencias para la persona, la pareja y su relación.

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