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¿Dónde me he dejado las llaves?

Muchas personas sufren pequeños olvidos a los que no hay que dar excesiva importancia

¿Dónde me he dejado las llaves?

Cualquiera se ha hecho esta pregunta alguna vez en su vida. Muchas personas sufren pequeños olvidos o despistes a los que no hay que dar excesiva importancia: palabras, nombres, citas, dudas sobre lo que hizo hace un instante, intentar recordar cierta información que le acaban de decir, etc., pero ¿qué pasa cuando se repite día tras día? Con el paso del tiempo estos olvidos pueden convertirse en lagunas recurrentes que generan un impacto importante en la vida cotidiana.

Hay personas que presentan dificultades para aprender y recordar nueva información, se notan más inseguros en su día a día o desconfían de sí mismos en determinados momentos o situaciones cotidianas porque no recuerdan algún tipo de información. Y esa inseguridad hacia sí mismos influye de forma negativa en su bienestar emocional, autoestima, e incluso, en la interacción con los demás.

Estos fallos en el aprendizaje y la memoria cuando se convierten en reiterativos se clasifican como Deterioro Cognitivo Leve que es diferente de padecer una demencia, aunque algunas funciones mentales se ven disminuidas, no interfieren en la capacidad de una persona para llevar a cabo las actividades diarias. Con el paso del tiempo esta situación puede evolucionar a una demencia o a un nivel de funcionamiento cognitivo bajo de envejecimiento normal.

En cualquier caso es necesario que se realice un tratamiento cognitivo precoz que conste de sesiones específicas en las que se trabajen los problemas de memoria y otras funciones relacionadas, siempre orientando las actividades a los déficits específicos que sufre la persona.

El tratamiento irá enfocado a entrenar en estrategias de organización que permitan mantener ciertas habilidades mnésicas como escribir notas efectivas resumiendo la información diaria que tenemos que recordar, organizar la memoria de los lugares poniendo siempre los objetos en el mismo sitio, crear una lista de tareas pendientes tachando la tarea ya realizada, desarrollar hábitos de memoria automatizando ciertas actividades que faciliten el recuerdo, crear rutinas estructuradas y fijas de comportamiento que faciliten el buen funcionamiento cotidiano e intentar restituir, en la medida de lo posible, las funciones cognitivas disminuidas mediante técnicas especializadas.

Conforme avanza el proceso de rehabilitación algunos de los pacientes ven cómo sus olvidos remiten y otros experimentan secuelas leves que con un adecuado entrenamiento en estrategias y productos de apoyo pueden minimizar la repercusión del déficit en su funcionamiento diario y prevenir que la memoria quede tan limitada que los sitúe en situación de dependencia. Algunas de las estrategias compensatorias que se utilizan son diarios, calendario semanal o mensual donde poder anotar las citas importantes, el uso de una agenda de mano o electrónica, alarmas o notas en el móvil, uso de etiquetas en cajones, y un largo etcétera.

Las evidencias científicas apoyan que la aplicación de un buen tratamiento de estimulación cognitiva puede desarrollar rutinas estables que mejoren el recuerdo y eviten los primeros olvidos y dificultades para aprender cosas nuevas. Este tipo de proceso de rehabilitación debe llevarse a cabo en centros de neurorrehabilitación que cuenten con profesionales especializados en el tratamiento de problemas neurológicos. Porque el cerebro es un musculo extraordinario, que tiene la capacidad de continuar aprendiendo durante toda la vida si sabemos estimularlo correctamente.

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