Queridos Reyes Magos:
Este año me he portado muy bien. Pediría mucha cosas, pero sola quiero una:
¡¡¡ Un perro!!!
Un perro. Un perro. Un perro. Un perro. Un perro. Un perro. Un perro. Un perro.
Un perro. Un perro, Un perro. Un perro. Un perro. Un perro. Un perro. Un perro...
Llené la carta por delante y por detrás. ¡Toda! Luego, la firmé. Ana.
Y dibujé un perro clavado a «Lola», la perrita de doña Pepa. Me quedó una carta chulísima. También dibujé, estrellas. Copos de nieve. Una carroza. Una margarita. Cosas de esas que le gustan a los Reyes. Y un murciélago, porque los murciélagos me salen muy bien. Lo pinté de color rosa.
Y sí, los Reyes Magos me trajeron un perro. ¡Pero de peluche! Lo llamé «Lolo».
Mis hermanos se rieron mucho. Me dijeron dos cosas:
Que los Reyes Magos no entendieron mi letra.
Que yo no sabía escribir.
¡Eso me dijeron!
-Me gustaría tener un perro de verdad -le cuento después a Penélope, dentro de nuestra piscina enana.
«Lolo» está sentado en una silla. Es un peluche suave. Suavísimo. Me mira con sus ojos marrones y brillantes. Ojos que parecen canicas. Se ha quedado serio. No le hace gracia lo que acabo de decir.
-Pero mis papás no quieren -añado.
Ahora «Lolo» parece que sonríe. Y que mueve la cola.
-Hay chicos que son paseadores de perros -me cuenta ella.
La miro sin entender nada. Me explica:
-Hay personas que tienen perros. Pero a veces no pueden sacarlos a pasear. Entonces, contratan a alguien.
-Ahhh.
Mi hermano Juan nos dice que nos ha preparado la merienda. Nos da la toalla y suelta:
-Pero nadie querrá contratar a una niña de seis años. Eres muy pequeña, Ana.
-Ya -le digo triste-. Además, ¿qué pasaría si el perro es enorme?
Y me imagino que el animal sale corriendo. Que me arrastra por la calle. Me toco las rodillas. Me duelen sólo de pensarlo.
Penélope tiene una gran idea:
-¡Pero tenemos que intentarlo!
-¡Sí!
-¡Hagamos un cartel!
-¡Vamos!
En mi escritorio hay de todo: folios, una caja de rotuladores, lápices de colores?Como ella sabe escribir, escribe con un rotulador:
«Niña de seis años...»
-Pon que es una niña responsable -dice mi hermano Diego-. Si no es una niña responsable, no la llamarán.
«..., muy responsable, se ofrece para pasear perros. ¡Gratis!»
-¿Gratis? -le pregunto, sorprendida.
-Claro, sólo tienes seis años -me explica Penélope-. No puedes cobrar.
-Ah, bueno. Pero pon que tienen que ser perros pequeños.
«¡Y que sean pequeños!»
-Y pon que vivan en la misma calle, que si no, me perderé.
«Y que vivan en la misma calle. Llamen al Bajo 1º».
-Y mi nombre, pon mi nombre -le digo-. Bueno, eso sé hacerlo yo.
Cojo el rotulador y escribo:
Ana
Extraído del libro «La niña que quería pasear perros (pequeños)»
Autora: Carmen Trujillo
Ilustraciones: Óscar T. Pérez
Editorial Algar
Colección Calcetín Blanco