-«¡Charli, tienes que salvarme!»

Estaba preparando mi fiesta de cumpleaños cuando recibí la llamada de Sandra. Al principio pensé que quería gastarme una broma y no le hice demasiado caso, simplemente la dejé continuar con sus grititos histéricos.

-¡¡Charli, ¿me estás escuchando? Estoy en peligro!!

No sabía qué tramaba mi amiga, pero me parecía de muy mal gusto que quisiera arruinarme la fiesta de mi décimo aniversario. Ella lo había celebrado cuatro meses antes, porque es un poco mayor que yo, y en ningún momento intenté fastidiarle la celebración, al contrario, la ayudé a hinchar globos de colores hasta quedarme casi sin aire en los pulmones, y a preparar unas bolsitas con chuches que pensaba repartir entre sus invitados, ¡y no me comí ni una! Me porté como un campeón.

-¡¡CHAAARLIIIIII!!

Finalmente decidí contestarle, porque me estaba poniendo bastante nervioso.

-¿Se puede saber qué te pasa? -le pregunté un poco malhumorado

-¿Es que no me estás escuchando? ¡¡Estoy en peligro!! -insistió ella.

-¿Y qué quieres que haga? ¿Llamo a tus padres?

-¡¡No!!, de ningún modo. Escúchame con atención. ¿Recuerdas el collar de perlas que encontramos en el cofre del tesoro?

Sí, claro que lo recordaba, Sandra no quería deshacerse de él, y se le había metido en la cabeza que si el colgante del ancla tenía poderes mágicos, el collar también debía tenerlos, pero por mucho que había frotado las perlas, jamás apareció ningún genio para ponerse a sus órdenes.

-Lo recuerdo, Sandra -le dije finalmente.

-Pues yo tenía razón, ¡las perlas son mágicas! Sólo necesitaba descubrir cómo usar sus poderes y anoche lo averigüé. Verás, tienes que sujetar una perla entre el dedo índice y el pulgar, girarla suavemente entre los dos, cerrar los ojos y al mismo tiempo pedir un deseo, ¡y se cumple!

No estaba muy seguro de que Sandra me estuviera hablando en serio, pero claro, cada vez que ponía en duda su palabra, mi amiga me recordaba que cuando yo le había contado la historia del cofre del tesoro y de mi aventura para conseguirlo, ella siempre me había creído, y era cierto, por tanto, me sentía un poco obligado a creerla también.

-Eso es estupendo, Sandra -le dije sin mucho entusiasmo-, pero ¿qué tiene que ver el collar con que estés en peligro?

-Huy, ya verás cuando te cuente. Anoche, al hacer el experimento para descubrir los poderes de las perlas, tomé la primera entre mis dedos, cerré los ojos y pedí una pizza gigante con salsa barbacoa, cuando abrí los ojos ¡la tenía encima de mi escritorio! Pero no me pareció suficiente y quise probar algo más complicado. Tomé otra perla, cerré de nuevo los ojos y..., ¿sabes qué pedí?, viajar a una isla. ¡Y estoy en una isla!

-Pues qué suerte, ¿qué te preocupa entonces?

-Charli, al principio me pareció una isla preciosa, con una hermosa playa de arena dorada, un mar azul intenso, hermosas aves, esbeltas palmeras... hasta que llegaron ellos...

-¿Quiénes son ellos? —pregunté extrañado.

-¡Los Tai-wike! Charli, ¡estoy en la Isla del Terror!

Por un momento me quedé sin reacción. Sandra conocía la pesadilla que yo había tenido cuando aquel extraño libro titulado Instrucciones para encontrar un tesoro cayó en mis manos. En ella aparecía una isla llamada la Isla del Terror y estaba habitada por monos saltarines, pero un tiempo atrás había pertenecido a una tribu de guerreros llamados Tai-wike, sin embargo, ¡nada era real! Todo era producto de un sueño, y por lo visto mi amiga había mezclado la fantasía con la realidad.

-Un momento, un momento... Esa isla no existe -le dije convencido.

-Pues claro que existe, ¡estoy en ella!

-Sandra, sabes que lo soñé.

-Y tú también sabes que tienes sueños premonitorios. ¿O no recuerdas cuando perdiste el colgante del ancla y un sueño te llevó a encontrarlo? Pues seguramente soñaste con la Isla del Terror porque te esperaba en ella una gran aventura.

-Bueno, en este caso la aventura será tuya.

-¡Y tuya! ¡Tienes que venir a salvarme!

Uf, me estaba mareando con tanta información extraña.

-Charli, los Tai-wike me han apresado -continuó Sandra-, y estoy encerrada en una especie de jaula en medio de un bosque de palmeras. ¡No sé qué van a hacer conmigo!

-¿No tienes el collar de perlas mágicas? -le pregunté.

-Me lo arrancaron del cuello. Tuvimos un pequeño enfrentamiento y en el forcejeo el collar se rompió. Menos mal que pude alcanzar un par de perlas en el aire sin que los guerreros se dieran cuenta. Gracias a una de ellas te estoy llamando con un teléfono inexistente, ¿o cómo crees tú que podría comunicarme contigo desde aquí? ¡Pedí ese deseo!

Mi cabeza comenzó a funcionar al ritmo de un tren de alta velocidad. Tenía la solución.

-Tranquila entonces, Sandra, ¿no te queda una perla? Utilízala para regresar a tu casa. Tómala entre tus dedos y pide con todas tus fuerzas volver a tu hogar.

Se produjo un silencio que duró varios segundos y finalmente Sandra dijo:

-Es que..., me hace mucha más ilusión que vengas tú a rescatarme... ¡Ah!, y trae contigo a Seven y a Martes...

-¡Sandra!... ¡No!... ¡No!... ¡No!...

Fue inútil iniciar cualquier argumento. Mi amiga ya no me escuchaba.

Extraído del libro «Charli en la Isla del Terror»

Autora: Maribel Romero Soler

Ilustraciones: José María Clémen

Editorial Babidi-Bu

Maribel Romero Soler es licenciada en Derecho, diplomada en Redacción y Estilo y en Formación de Lectores. En la actualidad se dedica a la creación literaria y tiene obras infantiles y juveniles publicadas en España y América Latina. Imparte cursos de Escritura Creativa, colabora como jurado en diferentes concursos y participa en charlas de animación lectora en colegios e institutos. Ha sido ganadora y finalista de importantes premios de género infantil y juvenil. «Charli en la Isla del Terror» es la tercera parte de una divertida trilogía de aventuras y educación en valores.

José María Clémen nació en Buenos Aires (Argentina). Empezó tomando clases de pintura y dibujo con Catalina de Bianchi, excelente aguafuertista; luego continuó con Juan Carlos Castagnino, y ya en España, en la Escuela de Arte de Segovia. En la década de 1980 comenzó su labor como ilustrador, que continúa hasta hoy. Ha ilustrado la trilogía completa de Charli.