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El Apestoso Hombre Queso

Olía tan mal que nadie quería atraparlo. ¡A pesar de que hablaba todo el tiempo en verso!

El Apestoso Hombre Queso

Éase una vez una viejecita y un viejecito que vivían juntos en una vieja casita. Se sentían muy solos, así que la viejecita decidió fabricar un hombrecito con un queso apestoso. Por boca le puso una loncha de tocino y por ojos dos aceitunas. Luego lo metió en el horno. Cuando al rato fue a ver si ya estaba hecho, el hedor la tumbó de espaldas.

-¡Puaj! Pero ¡qué peste! -exclamó.

El Apestoso Hombre Queso salió del horno diciendo:

-Eso, eso, eso, corre como un poseso. No me atraparás ni con un sabueso. ¡Soy el Apestoso Hombre Queso!

Los viejecitos olfatearon el rastro que dejó a su paso.

-La verdad es que no tengo tanta hambre -dijo el viejecito.

-La verdad es que no me siento tan sola -dijo la viejecita.

Y dejaron escapar al Apestoso Hombre Queso, que corrió y corrió hasta encontrarse con una vaca que pastaba en el campo.

-¡Puaj! ¿Qué será que huele tan mal? -exclamó la vaca.

El Apestoso Hombre Queso dijo:

-Si de un par de viejecitos he podido escapar, también de ti me podré zafar. Eso, eso, eso, corre como un poseso. No me atraparás ni con un sabueso. ¡Soy el Apestoso Hombre Queso!

La vaca respiró de nuevo y dijo:

-Tú solo eres capaz de provocar dos o tres indigestiones. Mejor comeré hierba.

Así que la vaca tampoco persiguió al Apestoso Hombre Queso, que corrió y corrió hasta cruzarse con unos niños que jugaban frente a la escuela.

-¡Qué asco! -dijo una niña- Pero ¿qué es lo que huele tan mal?

-Si de un par de viejecitos y de una vaca he podido escapar, de vosotros también me podré zafar. Eso, eso, eso, corred como posesos. No me atraparéis ni con un sabueso. ¡Soy el Apestoso Hombre Queso!

Un niño lo miró, lo olió y dijo:

-Si lo atrapamos el maestro nos lo hará comer. Vámonos.

Así que los niños tampoco persiguieron al Apestoso Hombre Queso.

Después el Apestoso Hombre Queso llegó a un río sin puente.

-¿Cómo este río podría cruzar? Es demasiado ancho para poderlo saltar y, si a nado lo intento atravesar, me desharé con toda seguridad -dijo quien ya sabes.

Justo en ese preciso instante el astuto zorro -el mismo que aparece en tantos cuentos de este tipo- asomó la cabeza por entre los matorrales.

-¿ Por qué no te subes sobre mi lomo? Yo te llevaré al otro lado, Apestoso Hombre Queso.

-¿Y cómo sé que no me comerás?

-Confía en mí -le respondió el zorro.

Así que el Apestoso Hombre Queso saltó a lomos del zorro.

El zorro nadó hasta la mitad del río y entonces dijo:

-Pero ¡qué pestazo!

El zorro tosió, estornudó y sintió arcadas, de manera que el Apestoso Hombre Queso saltó por los aires y cayó al río, donde se deshizo.

Extraído del libro«El Apestoso Hombre Queso y otros cuentos maravillosamente estúpidos»

Autores: Jon Scieszka y Lane Smith

Ediciones Thule

1.- Haz una relación de todos los personajes con los que se va encontrando el Apestoso Hombre Queso. Dibuja una tira cómica con todos ellos.

2.- Reconstruye estas frases que aparecen en el texto con las vocales que han desaparecido: «Es-, -s-, -s-, c-rr- c-m- -n p-s-s-. N- m- -tr-p-r-s n- c-n -n s-b- -s - . S-y -l -p-st-s- H-mbr- Q- -s-».

3.- Convierte este cuento en un poema, que posteriormente podrás recitar, cantar, rapear y bailar con tu equipo de trabajo.

4.- Escribe un cuento que relate las aventuras de «La grasosa morsilla de sebolla» y llénalo de eses. Envíalo, acompañado de un dibujo y junto con todos tus datos personales, al Concurso Literario del Grupo Leo. Apartado de Correos 3.008, 03080 Alicante.

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