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Entre los pataslargas

Puede que Ojo de Nube sea ciego, pero hay veces en las que la vista no es lo más importante, como cuando estás entre una manada de caballos

Entre los pataslargas

Hacía mucho que los caballos se habían acostumbrado a la presencia de los humanos, aunque seguían siendo animales desconfiados. Y era la primera vez que un indio de aquellas tierras tenía tan cerca a animales tan poderosos y misteriosos. Ojo de Nube sabía que los pataslargas no tenían cuernos y, como otros animales de su tamaño, carecían de veneno. Su peligro estaba en sus patas, en sus enormes corpachones, en su velocidad y en sus mordiscos. Eso en el caso de que fueran seres normales, y no enviados de los dioses otkon...

El corazón de Ojo de Nube latía tan rápido como los cascos de dos bisontes galopando enloquecidos por la pradera. Pero no se movió del lugar en que estaba, tirado en el suelo y rebozado en el orín y los excrementos de los pataslargas.

No sabía que los caballos sentían pánico a pisar a otro animal. Esperó a que se le acercaran, pero los pataslargas formaron un círculo a su alrededor, bufando y soltando pequeños relinchos. Al cabo de un rato, muy despacio, se puso en pie. El muchacho percibió el vapor que salía de sus bocas y de sus narices, así como el calor de sus traseros, mientras le observaban y le olían.

Al fin, alguno se acercó lo bastante para poder tocarlo extendiendo su mano, pero decidió no hacerlo. Necesitaba aprender antes su lenguaje. Y debía aprenderlo pronto.

Desde lo alto, con el corazón encogido, los cazadores veían al muchacho quieto entre los animales. La luz de la luna se reflejaba en los lomos de los pataslargas. Los animales más alejados del muchacho andaban inquietos de un sitio para otro, rozando la cerca, mientras los más próximos parecían más serenos, como si trataran de conocer también a otro animal que parecía pacífico.

Transcurrieron larguísimos minutos. Ojo de Nube aprendió muchas cosas durante ese tiempo. Por ejemplo, que los pataslargas percibían con facilidad pequeños gestos, como el leve movimiento de un dedo. Que aunque los más próximos no tenían miedo de él, permanecían alerta ante cualquier leve sonido, aunque viniera de lejos. O que sus colas tenían largas cerdas con las que espantaban los insectos...

También sabía Ojo de Nube que las manadas de cuadrúpedos tienen un macho dominante, con autoridad sobre los demás. Su objetivo era primero localizarlo y después ganarse su confianza.

Por fin ocurrió lo que esperaba. Un animal pasó rozándole con su lomo, quizá para dejar clara su superioridad física. Estuvo tentado de alargar la mano, mas se dijo que era pronto. En vez de eso, comenzó a andar muy despacio, levantando los pies para no producir roces que pudieran confundirse con serpientes.

Desde lo alto, los crow veían asombrados lo que parecía una lenta danza en la que un chico desnudo se movía en el centro de un círculo. Los pataslargas no le miraban de frente, sino que ofrecían sus costados como si le observaran mejor de reojo.

De nuevo, un caballo se le acercó y le rozó con su cuerpo, ahora más despacio, desde el cuello hasta la grupa. Ojo de Nube se quedó quieto y se sobresaltó pensando que esos pataslargas eran aún mayores de lo que había imaginado.

La extraña ceremonia se repitió por tercera vez. En esa ocasión, Ojo de Nube alzó una de sus manos y la colocó a lo largo del animal. Le sorprendieron su suave pelaje, el calor de su piel, las venas inflamadas de su flanco y los latidos de lo que debía ser un enorme corazón. Notó que el pataslargas se estremecía también al sentir su mano. Y el muchacho tampoco intentó aproximarse de nuevo a ellos.

Incluso Arco Certero, habituado a acechar horas a un animal, sentía que aquella escena transcurría muy lenta. Su hijo caminaba despacio en círculo y los pataslargas le seguían en círculos más amplios, como si formaran parte de un pausado remolino. Era como si el tiempo se hubiera detenido.

Sucedió entonces algo inesperado para los cazadores. De la tercera línea de pataslargas salió un animal, que se colocó junto al muchacho. Como hizo con el otro caballo, Ojo de Nube acercó la mano y la posó extendida sobre su vientre. Los otros pataslargas abrieron el círculo. El chico se dijo que ese era el jefe de la manada y que era a él a quien debía convencer.

Extraído del libro «Ojo de nube»

Autor: Ricardo Gómez

Colección Barco de Vapor

Editorial SM

1.- Ojo de Nube pertenece a la tribu de los indios crow. Busca información en internet sobre ellos: de dónde son, cuál es su historia, cómo es su forma de vida... En la actualidad aún existe una reserva de indios crow en el estado de Montana (Estados Unidos).

2.- El fragmento que acabas de leer ha sido extraído de una novela cuyo protagonista, Ojo de Nube, es invidente desde su nacimiento pero tiene una sensibilidad especial, un don que le hace ser diferente y, a la vez, le permite ayudar a su pueblo. Reflexiona sobre tu propia persona, descubre cuál es tu don y cómo puedes usarlo para ayudar a los demás.

3.- Escribe un cuento cuyos protagonistas sean los indios crow y cómo estos consiguen transmitir al hombre blanco el respeto por la naturaleza y envíalo, acompañada de un dibujo, al Concurso Literario del Grupo Leo. Apartado de Correos 3.008, 03080 Alicante. Indica tu nombre, apellidos, curso, colegio y número de teléfono particular.

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