Una comedia familiar de acción, según la define su director Nicolas Benamou, pero sobre todo es una comedia que tiene por decorado una autopista sobre la que pasan un montón de cosas. Desde esta opción, su objetivo ha sido preservar un cierto equilibrio entre acción y comedia para que ambos elementos tengan una presencia equitativa.

Con estos presupuestos, el realizador galo, conocido en España solo por Se nos fue de las manos y autor de una obra de apenas cuatro largometrajes, abordó el proyecto de esta cinta que nos muestra a una familia que se sube a su nuevo monovolumen para comenzar las vacaciones de verano. De este modo, Tom, padre y conductor, ajusta el control electrónico de velocidad. Pero muy pronto, tras una discusión, Julia pide a Tom que dé la vuelta, y es en ese momento cuando este se da cuenta de que la electrónica no responde y el coche no baja de los 130 km/h, lo que causa una serie de sucesos tan imprevisibles como trepidantes.

La oferta de rodar esta cinta le llegó a Benamou, a su juicio, porque los productores sintieron que él reunía las condiciones para llevar a cabo esta película. Lo que más le atrajo es la mezcla de acción y comedia, que aporta una supuesta riqueza inusual a la cinta, una mezcla completamente innovadora, según él nunca vista ni en las películas americanas.