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T2 Trainspotting

T2 Trainspotting

Han pasado veinte años desde que vimos en las pantallas Trainspotting, una película británica independiente que provocó un auténtico impacto a todos los niveles. La dirigía Danny Boyle, que ha accedido por fin a dirigir una secuela que conserva al mismo guionista, John Hodge, trabajando a partir de las novelas Porno y Reainspotting de Irvine Welsh. Muchas cosas han cambiado, pero otras tantas siguen igual. Mark Renton, el protagonista, vuelve al único lugar que siempre será su hogar. Lo esperan Spud, Sickboy y Begbie. Otros viejos amigos también aguardan: tristeza, pérdida, alegría, venganza, odio, amistad, amor, miedo, arrepentimiento, diamorfina, auto destrucción y peligro mortal, todos alineados para darle la bienvenida, listos para unirse al baile.

Los cuatro amigos de toda la vida, socios y enemigos acérrimos a la vez, habían viajado a Londres para vender una bolsa de heroína obtenida fortuitamente. Mientras los demás duermen, Mark Renton se da a la fuga con todos los beneficios: 16.000 libras en efectivo. Se marcha sin más. No vuelve la mirada hacia atrás. Le deja 4.000 Libras a Spud en una taquilla. Un regalo generoso, que resulta ser una bendición y una maldición para su receptor, un hombre con una irremediable adicción a la heroína.

Sick Boy, que jamás ha sentido sentimientos de lealtad, siente amarga envidia al igual que ira. Si alguien podía haber traicionado a sus amigos, tendría que haber sido él. Maldice su propia debilidad sentimental y sueña con la venganza. Frank Begbie ha pasado la mayor parte de su vida adulta cual granada de mano. Renton simplemente tiró del pestillo. Puede que su rabia sea auto destructiva, pero es probable que no sea la única víctima.

Danny Boyle, que sorprendió a todo el mundo con su Ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, era ya uno de los nombres más prestigiosos del cine británico, con películas en su haber de la talla de Slumdog millionaire, 127 horas y Steve Jobs.

Boyle recuerda que se toparon con la primera entrega de Trainspotting de sopetón. «Acabábamos de terminar -dijo- Tumba abierta, con la que nos fue bastante bien, y de repente todos querían que hiciéramos otra. Teníamos entre manos el extraordinario libro de Irvine que seguía obsesionándonos. John Hodge comenzó a trabajar en el guión y supimos de repente que la haríamos. Entregó 20 páginas y dije algo así como `si, la haremos´. Así que básicamente nos tropezamos con ello».

«Hace 21 años del lanzamiento de la primera película, y la sabiduría convencional dice que vamos con 20 años de retraso con la secuela», dijo Boyle. «El retraso no fue exactamente deliberado. Hemos hablado sobre hacer otra durante años. Pero, en realidad, es lo que da a la película su razón de ser. Cuando pones a los actores lado a lado, la comparación de cómo eran hace 20 años atrás, es brutal. Lo miramos hace 10 años y los actores no parecían tan distintos».

Johnny Lee Miller, que interpreta a Simon, concuerda en que esta no es la típica secuela: «Siempre dije que no tendría sentido una segunda parte de Trainspotting salvo que se examinaran temas más profundos. ¿Cómo es el proceso de hacerse mayor? ¿Qué has hecho? ¿Qué le ha ocurrido a los personajes y cuáles son las implicaciones? La secuela porque sí sería insípida, si se limita a quién se salió con la suya y quién se vengó, se torna realmente aburrida. La única forma de hacerla interesante es poner las vidas de las personas entre medias».

«Los actores tenían -añadió-, naturalmente, reservas en cuanto a querer hacer algo que fuera tan bueno como la primera entrega, no embaucar al público con una continuación decepcionante. John intentó un par de versiones, las cuales todos sabíamos, incluido él, que no servirían. Luego fuimos todos a Edimburgo para un último intento - John, Irvine, Andrew, Christian y yo. El 20 aniversario se acercaba y decidimos que era ahora o nunca. John se apartó y escribió un guion que, apenas leerlo, supe que podía enviarles a los actores. Pensé que 'están locos si no lo hacen'. Igual podrían haber dicho `no´ por cualquier cantidad de factores, especialmente porque dos de ellos trabajan a tiempo completo en series de televisión. Pero todos accedieron, así que pudimos arrancar con el proyecto».

Al guionista John Hodge le emocionó explorar dónde estarían los cuatro viejos amigos ahora. «La trama y el desarrollo de los personajes ciertamente deben ir de la mano», dice. «De manera que, una vez pensamos en, digamos, Begbie, te preguntas si acaso ahora tiene hijos. ¿Sí o no? Y si los tiene, ¿cómo son? Y si ha salido de prisión... ¿cómo será la relación con su hijo? ¿Es su hijo una astilla del viejo palo? No, es algo distinto. Ha sido criado por su madre específicamente para que no se parezca en nada a Frank. Todo esto te traslada a distintos lugares, afectando la trama consiguientemente. Llegas al punto en que te preguntas: `¿a dónde se dirige Begbie ahora?'. Ha alcanzado un punto de aislamiento, alienado de su familia, ¿qué ocurrirá ahora? Y, mientras, hay otra trama entre manos con los cuentos de Spud. Ambas tramas convergen y llevan a Begbie a un autodescubrimiento».

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