Pretende ser una celebración de la poesía de los detalles, las variaciones y las interacciones diarias, y una especie de antídoto del cine oscuro, dramático u orientado a la acción. Con estos términos definía el prestigioso cineasta Jim Jarmusch, uno de los más valorados del cine independiente norteamericano de las última décadas, su película Paterson, una coproducción entre Francia, Alemania y EE UU presentada a concurso en el Festical de Cannes que interpretan Adam Driver (Girls) y Golshifteh Farahani (About Elly).
Con una filmografía que incluye una quincena de largometrajes, entre los que figuran Extraños en el paraíso, Bajo el peso de la ley, Mystery train, Noche en la tierra, Coffee and cigarrettes, Flores rotas y Solo los amantes sobreviven, Jarmusch cambia por completo de registro en una historia que transcurre en una semana y donde sus personajes principales no tienen ningún conflicto dramático real.
Paterson es un conductor de autobús en la ciudad de Paterson, Nueva Jersey, con la curiosidad de que ambos, él y la localidad, tienen el mismo nombre. Cada día, Paterson sigue una simple rutina: hace su ruta diaria observando la ciudad a través de su parabrisas y oyendo fragmentos de conversaciones fugaces a su alrededor; escribe poemas en un cuaderno; saca a pasear al perro; va al mismo bar a tomarse siempre esa misma cerveza; y se va a casa con su esposa, Laura.
Por el contrario, el mundo de Laura es siempre cambiante. Cada día le surge un nuevo sueño, un proyecto diferente e inspirador. Paterson ama a Laura y ella le ama a él. Él apoya sus nuevas ambiciones; ella ensalza su don para la poesía. La película contempla silenciosamente los triunfos y derrotas de sus vidas diarias, recreándose en la poesía que surge en los más pequeños detalles.
Es una película, según el propio director, hecha para que uno se deje llevar en sus aguas, como las imágenes desde la ventana de un autobús público, moviéndose como una góndola mecánica a través de una ciudad pequeña y olvidada.
