B asándose en el clásico inmortal de Mark Twain, la compañía Ultramarinos de Lucas nos presenta una versión divertida y luminosa de Las aventuras de Huckleberry Finn. En ella, el niño Huck, escapa de la civilización, de un mundo de convenciones sociales que le oprime. En su fuga se encuentra con un compañero, el negro Jim, esclavo de unos amos que lo quieren vender separándolo de su familia. Los dos emprenderán una misma aventura, bajando por el gran río Mississippi en busca de la libertad.

Este montaje se articula como una sucesión de imágenes muy expresivas, en las que los objetos cotidianos utilizados de forma estilizada, no convencional, adquieren tanta importancia como la palabra. Del mismo modo, las interpretaciones no parten de grandes composiciones sino de pequeños indicios, que trasladan al espectador con «naturalidad» hasta el universo de la obra.

La sencillez ha sido una premisa fundamental a la hora de poner en escenaesta obra, «pues hemos decidido que nuestro espectáculo sea algo tan sencillo y tan serio como un juego, tan vivo como el que de continuo realizan los niños, un juego hasta el fin y con todas las consecuencias. Con la imaginación (que nos hace libres) como bandera. Una aventura a la que nos hemos lanzado con pasión y ansia de descubrimiento».

Para esta compañía, el espectáculo responde a la necesidad de preguntarse si de verdad continúan embarcados en la aventura que comenzaron cuando se constituyeron como grupo de teatro. «En el fondo necesitábamos preguntaro si aún queda en nosotros algo del niño que un día fuimkos, si seguimos jugando».

La compañía Ultramarinos de Lucas aborda una aventura sobre el escenario. «Un viaje desde lo que somos, lo que imaginamos un día que seríamos, desde nuestros sueños, nuestros anhelos, nuestros miedos, nuestras alegrías... directamente al público, a cada uno de los espectadores, de tú a tú (de mí a ti). Sin prejuzgar, sin impostar la voz, sin poses, cara a cara, con toda la honestidad de que somos capaces, sin querer, empeñados en un trabajo, el de actor, que consideramos sencillamente un juego que se ha de jugar con la seriedad del niño».

La dramaturgia es de Daniel Moreno y Juan López Berzal es el director, además de actor junto a Luis Orna y Juam Monedero.