Pretende responder a la pregunta de qué ocurre cuando la única esperanza de la CIA para detener una amenaza terrorista que acecha un arsenal nuclear reside en los oscuros pliegos de la mente degenerada de un criminal y es la historia del hombre adecuado en el cuerpo equivocado. No sólo eso, ya que en un último intento desesperado para detener un plan diabólico, implantan los recuerdos, secretos y habilidades de un agente de la CIA, que ha fallecido en medio de una misión, en un impredecible y peligroso convicto con la esperanza de que pueda completar el trabajo.
Cuarto largometraje de Ariel Vromen, tras Rx, Danika y The Iceman, y protagonizada por un reparto estelar encabezado por Ryan Reynolds, Kevin Costner, Gal Gadot, Tommy Lee Jones y Gary Oldman, se mete en el mundo secreto de la memoria y la identidad -y un futuro no muy lejano de control mental a través de la genética- en el que insertan en un asesino del corredor de la muerte la conciencia de un dedicado agente de la CIA, en una feroz carrera a contrarreloj.
El relato comienza cuando el agente de la CIA Bill Pope (incorporado por Ryan Reynolds) muere trágicamente en medio de una misión urgente y secreta. Ha estado siguiendo a un hacker brillante conocido como el Holandés, quien, mientras navega la web profunda y sin regular, ha descubierto la manera de hacerse con todo el armamento del ejército de EE UU..
Con la muerte de Pope, cada pieza de información vital que ha descubierto sobre el Holandés y su ubicación se borra para siempre. Los muertos no hablan, ¿o sí? Como dice Kevin Costner: «Los muertos solían irse a la tumba con sus secretos pero según vamos descubriendo el funcionamiento del cerebro, y según progresa la ciencia, sabemos que en el futuro quizá podamos transferir los recuerdos de una persona a otra, y las implicaciones de esto son enorme».Por eso el implacable jefe de la CIA en Londres se embarca en una intervención médica sin precedentes.
