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Jason Bourne

20 años después vuelve el agente de la CIA más letal

Matt Damon vuelve a encarnar al espía norteamericano en la quinta entrega de la saga

Matt Damon vuelve a ser Jason Bourne, aunque con las ideas más claras sobre sí mismo.

Fue hace casi veinte años. Entonces un brillante y joven soldado se presentó voluntario en un programa experimental de entrenamiento para operaciones especiales después de que le comunicaran la muerte de su padre a manos de unos terroristas. Le prometieron que podría honrar a su familia y a su país aumentando su ya considerable inteligencia, agilidad y habilidades hasta límites insospechados.Pero todo era mentira.

Así irrumpió subitamente en las pantallas el agente más letal de la CIA, Bourne, un personaje creado por el escritor Robert Ludlum que desde su primera aparición en 2002 en The Bourne Identity. El Caso Bourne ha dado pie a cinco largometrajes. Concretamente, y aparte del que inauguró la serie, El mito Bourne (2004), El ultimatum Bourne (2007), El legado de Bourne (2012) y, finalmente, el que ahora se estrena, Jason Bourne. Tres de ellos han sido dirigidos por Paul Greengrass, entre ellos los dos últimos, y los dos restantes por Doug Liman, que realizó el primero, y Tony Gilroy, responsable de la cuarta entrega, la única en la que no aparecía Bourne, encarnado siempre por el mismo actor, Matt Damon.

Sometido a un entrenamiento brutal del que no recordaba nada por personas a las que no podía identificar, se convirtió en un asesino de élite bautizado como Jason Bourne, cuya transformación en arma humana costó cien millones de dólares y que, según sus diseñadores, no funcionaba bien. Para saber cuál era su verdadero objetivo, Jason Bourne localizó a esos diseñadores, que intentaron borrarle del mapa y mataron a la única mujer a la que realmente había amado. Después de vengarse, descubrir su verdadera identidad y creer que había llegado el fin de sus creadores, consiguió una tranquilidad momentánea y decidió desaparecer para siempre. Al menos, eso esperaba.

Pero se ha activado un nuevo programa desarrollado por una estructura global mucho más complicada y engañosa que cualquiera de las existentes en la época de los superpoderes en la que fue creado Bourne. No tarda en localizarle una red infinitamente astuta y mucho más peligrosa que cualquier gobierno, creada para manipular el terror, la tecnología y la insurgencia con el fin de cumplir sus objetivos. Los perseguidores están convencidos de que Bourne se entregará para ser «reacondicionado» si le dan lo que desea. Sin embargo, el arma más elitista jamás diseñada sabe algo que sus rastreadores no parecen entender: incluso un soldado desmoralizado intentará defender a los inocentes de aquellos que abusan de su poder.

El productor Frank Marshall, que forma parte del equipo desde la primera película, que aunque se hizo de rogar, finalmente se les ocurrió una idea que encajaba con el regreso de Bourne en esta cinta: «Todos estábamos de acuerdo en que el mundo había cambiado mucho y que podíamos crear un capítulo que encajase con lo que pasa hoy en día. Esta franquicia significa mucho para mí porque estuve al principio, cuando germinó la idea a partir de la primera novela de Ludlum, que transcurría en la era de la Guerra Fría y la trasladamos al mundo del siglo XXI. Me entusiasma que con esta quinta entrega sigamos empeñados en que sea relevante y que los espectadores esperen con impaciencia ver adónde ira Bourne esta vez».

El productor Gregory Goodman añade que el guión de Greengrass y de su colaborador habitual, Christopher Rouse, no solo es oportuno, también puede servir de propulsor: «Creo que fue una muy buena idea esperar, porque ha permitido que la película toque temas mucho más graves y ahondar en ellos. Gran parte de la paranoia y preocupaciones que aparecieron en las anteriores películas casi parecen ingenuas si las comparamos a lo que nos enfrentamos en un mundo post Snowden y WikiLeaks, además de la sensación de que sí, efectivamente, hay un gobierno secreto del que nada sabemos. Lo que más me convence en esta película es que incluso los malos tienen argumentos válidos. Como ciudadano, y sin referirme a la película, soy consciente de que tenemos una difícil elección a la hora de escoger entre nuestra necesidad de seguridad y nuestro deseo de intimidad. La película gira en torno a este dilema, pero dentro de un contexto lleno de acción y subidones de adrenalina».

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