Eva Amaral (Zaragoza,1972) y Juan Aguirre (San Sebastián, 1970) presentan su versión más enérgica en Nocturnal, un disco de descubrimientos sonoros que «pega más en el estómago» con su estelar y cósmico directo.
¿Qué diferencia Nocturnal de vuestros trabajos anteriores?
En realidad hay elementos comunes. Obviamente somos nosotros, con una voz muy reconocible y una manera de tocar que es la nuestra, pero sí que hay una presencia mayor que la base rítmica, con un ritmo más enérgico y físico en el sentido que suenan más los grabes, los bombos?. Es un disco que te pega más en el estómago si lo escuchas en directo o si subes el volumen. Somos un grupo que no acostumbra a mirar mucho lo que ya hemos hecho. No creemos que la rutina o ser animales de costumbre se lleve bien con la música.
¿Qué sensaciones os dejan los primeros meses de la gira?
Buenísima. La verdad es que el comienzo no pudo ser más prometedor. Hicimos un ensayo general en Pozoblanco abierto al público y fue una noche mágica. Hemos juntado un equipo humano fantástico y desde entonces estamos disfrutando cada noche del escenario.
¿Qué puede esperar el público de este concierto?
Pues vamos a hacer un recorrido por Nocturnal y también por todos los discos anteriores. Queremos que sea un concierto largo, eléctrico, que suene perfecto y en el que la parte visual se va a poner al servicio de la música. Eso es lo que queremos hacer, buscamos que la gente lo flipe, el concierto perfecto, porque es la única forma que tenemos de darle las gracias a la gente por el apoyo que nos da.
Ya trabajáis en el nuevo disco en medio de la gira. ¿Estáis en un momento especialmente creativo?
Nos sentimos en un momento bastante estimulante porque estamos probando cosas nuevas, agradecidos por la posibilidad de viajar y de tocar. A veces llegas a un recinto en una ciudad y la prueba de sonido se convierte en una búsqueda de algo que vienes pensando durante el viaje o algo que te suena en la cabeza y no te acaba de salir? Es un proceso de insatisfacción permanente, y ahí también se mezcla que somos bastantes perfeccionistas y obsesivos con el sonido.
Cuando acabe el verano os tomáis un mes de descanso y de nuevo a hacer maletas, aunque esta vez para tocar en América y Europa. ¿Os sentís especialmente reconocidos fuera de casa?
Siempre que hemos tocado en América hemos sentido que la gente nos recibe estupendamente, y en Europa, donde evidentemente somos más desconocidos, pues nos supone un reto porque es mostrar tu música a un público que no habla tu idioma y con el que te comunicas a partir de las melodías y la energía que desprendes en el escenario; y es fantástico observar que hay otros lenguajes que nos une. Para nosotros es muy emocionante tocar fuera y además es algo que nos gusta. Tenemos un espíritu un poco nómada en este sentido y el hecho de viajar a través de nuestra música nos encanta.
En la gira «Nocturnal» también destaca el escenario, quizás el más Amaral de todos con los que os habéis girado estos años?
Realmente con cosas muy sencillas y materiales un poco artesanales se consigue mucho impacto. No sabría decirte si tiene un efecto muy Amaral, pero sí yo hubiera soñado un escenario ideal probablemente hubiera sido éste. Está inspirado en el concepto del disco y tiene esa esencia de misterioso en todo el entramado cósmico que hay sobre nuestras cabezas. Es algo que ha estado siempre en nuestros discos y que por fin se ha materializado también en el escenario.
Empezáis a traspasar el umbral generacional y a ser un grupo de padres e hijos?.
Ya nos hemos dado cuenta (risas), es una cosa increíble. Estamos empezando a conocer ahora a gente muy jovencita que tiene su banda, músicos de otros grupos, que de repente nos dicen que sus padres les ponían nuestras canciones en el coche y que les encantaban? La verdad es que es muy emocionante.
En el fondo es algo que también nos ha pasado a nosotros. Hace nada estábamos en una terraza y ha venido un padre con su hijo de 12 años que toca la batería, y nos ha puesto un vídeo con el niño tocando «El universo sobre mí» en la escuela de música. Lo veía y me imaginaba yo en Zaragoza con 11 años cuando venía un grupo que me gustaba... Veía la batería y me volvía loquísimo. Es como un eslabón de energía.
