Es la séptima entrega de la saga X-Men, la cuarta que dirige Bryan Singer, y nos retrotrae al año 1983, cuando el invencible e inmortal Apocalipsis es puesto en libertad tras haber estado sepultado varios milenios. Enfurecido por el hecho de que los de su clase ya no sean tratados como dioses, Apocalipsis recluta a un equipo de potentes mutantes, incluyendo un desmoralizado Magneto, con el fin de destruir a la raza humana y crear un nuevo orden mundial, mundo en el que él reinará. Para acabar con el camino de destrucción global emprendido por Apocalipsis, Mística y el Profesor X lideran un equipo de jóvenes X-Men en un enfrentamiento contra un enemigo aparentemente imbatible.

Nacida en el año 2000 con X-Men, que dirigió Singer, esta serie ha cumplido sus 16 años en plenitud de forma, manteniendo su conexión vital con un auditorio, especialmente joven, que disfruta con las aventuras de sus héroes favoritos y que convoca con cada nueva entrega a millones de espectadores en taquilla. De este modo han ido estrenándose los sucesivos títulos, incluyendo X-men 2 (2003), X-men. La decisión final (2006), X-men Lobezno (2009), X-men. Primera generación (2011), X-men. Días de futuro pasado y la que ahora nos llega. De todas ellas, Singer es el responsable de las dos primeras y de las dos últimas, en tanto que Brett Ratner realizó la tercera, Gavin Hood la cuarta y Matthew Vaughn la quinta.

El reto de X-men. Apocalipsis, según el guionista Simon Kinberg, consistía en tratar de dar con una historia que pudiera aventajar a la cinta precedente, X-men: Días del futuro pasado en términos de proporción y riesgo. Y en estos menesteres, un hallazgo creativo llevó a la decisión de que el antagonista de la nueva película fuera el más poderoso villano mutante de todo el universo X-Men. «Apocalipsis representa una amenaza cósmica, así como ese sentido de la proporción que atrae tanto a Singer como a mí», añadió Kinberg.

Mucho antes de que el mundo fuera consciente de la existencia de los mutantes, Apocalipsis reinaba como si fuera un dios. En realidad, «Apocalipsis -señaló Kinberg- no sólo se imagina como un dios, sino como el dios. Ésta es una idea extraordinariamente rica para un villano. No se trata de un hombre frente a la lucha mutante, como hemos visto en otros filmes; es un mundo que ha sido concebido por Apocalipsis, en el que sólo los fuertes sobreviven». «Apocalipsis -corroboró el productor Hutch Parker- es un peligro distinto a cualquier otro que los X-Men hayan conocido antes. Apocalipsis es un ser antiguo y sobrenatural al mismo tiempo».

Teniendo en cuenta, por otra parte, la visión de destrucción global que tiene Apocalipsis, no resulta sorprendente que ésta sea la película más ambiciosa visualmente de todos los filmes de X-Men. «No sólo estamos viajando por el mundo -señaló el director de fotografía Newton Thomas Sigel-, estamos hablando sobre el potencial fin del mundo, y quizás el fin del universo». Oscar Isaac, que interpreta al trascendental personaje de Apocalipsis, agregó: "El escenario está preparado para una guerra entre mutantes legendarios y mega-mutantes. ¡La batalla entre los X-Men y Apocalipsis es una locura!»

Los espectadores tuvieron ocasión de vislumbrar por primera vez a Apocalipsis en una secuencia posterior a los créditos finales de X-Men: Días del futuro pasado, donde se veía a una versión más joven del mutante construyendo las pirámides, telepáticamente, mientras sus subalternos observaban. En este filme, tras despertar en El Cairo en el año 1983, después de un largo sueño que ha durado milenios, Apocalipsis se siente conmocionado y repelido por el declive de nuestro planeta -los coches, el ruido, la polución-, todas las señales de un mundo fallido que él debe purificar. «Es una época -señaló Singer- de conflictos, guerra y destrucción. Apocalipsis lo considera una señal de que es una civilización que necesita desesperadamente ser sacrificada».

El sueño de Apocalipsis, que ha durado 5.000 años, empezó cuando la civilización se encontraba en todo su apogeo; su sueño finaliza cuando, probablemente, dicha civilización está en su momento más bajo. Habiéndose criado en los años ochenta, Kinberg entendía lo marcada por el exceso que estuvo dicha década, como podía verse en los peinados, la moda y los automóviles. «En 1983, Apocalipsis emerge -expresó- desde la perfección de la antigua cultura de Egipto hasta una cultura amenazada por la superpoblación, la contaminación y la energía nuclear. De manera que su motivación resulta comprensible, aunque sus métodos y objetivos son extremos»..