Es la consabida precuela que Hollywood suele sacarse de la manga para estirar historias muy rentables y supone la segunda entrega, tras Blancanieves y la leyenda del cazador que vimos en 2012, de lo que pretende ser, si la taquilla la sigue avalando, una especie de mirada distinta y estéticamente muy cuidada y espectacular de cuentos clásicos famosos en todo el mundo. Se estrena cuatro después de su predecesora, que dirigió Rupert Sanders, y mantiene en su reparto a varios de sus protagonista, concretamente a Charlize Theron en el cometido de la Reina Ravenna, Chris Hemsworth en el del Cazador y Nick Frost en el de Nion. Con la incorporación de peso de Jessica Chastain en el cometido de Sara. Ahora, sin embargo, la dirección ha recaído sobre el debutante Cedric Nicolas-Troyan, un cineasta francés que brilló a gran altura como responsable de los efectos visuales de la cinta previa, nominados al Óscar.
Charlize Theron es la malvada reina Ravenna, que traiciona a su bondadosa hermana Freya con un acto imperdonable, congelando su corazón para que nunca conozca el amor y desatando un frío poder que desconocía poseer. Freya se retira a un lejano reino en el norte más profundo y reúne a un ejército de cazadores para que la protejan, pero les prohíbe que se enamoren.
La guerra se recrudece entre las dos reinas, y el héroe que puede inclinar la balanza a favor de Freya es Eric, su mejor Cazador, apoyado por la guerrera Sara, la mujer que ha conquistado su corazón. Pero Eric debe ayudar a Freya a vencer a su hermana e impedir que la maldad de Ravenna domine el mundo para siempre jamás.
Cuando llegó el momento de replantearse para esta nueva película el oscuro y fantástico mundo imaginado por sus creadores, los productores se sintieron atraídos por la idea de desarrollar una historia apenas entrevista en la primera entrega, que hacía referencia al gran amor de Eric y a su trágica muerte. El cazador, gracias en parte a Chris Hemsworth, se convirtió en un personaje muy popular, y la posibilidad de crear otra historia en torno a él atrajo a los cineastas.
Asimismo, la idea ofrecía la posibilidad de cambiar ciertas cosas de la primera entrega: «No queríamos -dijo el productor Joe Roth- que fuera tan sombría como la primera. Nos apetecía diseñar la historia de un romance».
