Habla de la llegada del pensamiento moderno, de la búsqueda de la verdad. Es una historia sobre el aprendizaje y el conocimiento, y sobre la necesidad de luchar contra los dogmas y la hipocresía. Cuenta la historia real de María, una niña de 9 años, y de Marcelino, su padre, que en 1879 descubrieron las primeras pinturas prehistóricas en la cueva de Altamira, ahora mundialmente conocida. Es una coproducción hispano-francesa que se ha rodado en inglés a lo largo de dos meses, en diversas localizaciones de Cantabria, el escenario natural donde trascurrieron los hechos. Resalta, además, que la dirección la haya asumido un cineasta británico, Hugh Hudson, que aunque no dirigía un largometraje para la pantalla grande desde que en 2000 hizo Soñé con Africa, tiene en su haber dos títulos de la categoría de Carros de fuego y Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos. En el reparto figuran Antonio Banderas, la iraní Golshifteh Farahani, Henry Goodman, Rupert Everett, Tristán Ulloa e Irene Escolar.
Para Banderas, fue «un gran héroe español que, por razones increíbles, quedó como un villano para la historia». «La envidia jugó un papel extraordinario en toda esta historia», explica el actor en una entrevista realizada ayer en Madrid con motivo del estreno de la película.
Banderas, absolutamente rendido al personaje de Sautuola, afirma que «esta reflexión está en la película: lo malos que los españoles podemos ser contra nosotros mismos. En eso no hemos cambiado mucho; es penoso, pero con esa virulencia (la envidia), no se da en otras partes del mundo». Y es0 «se refleja muy bien en la cinta, a través de la figura, casi caricaturesca, de otro personaje del pueblo aficionado a la antropología, que continuamente le patea hasta hundirlo».
Habla Banderas de la lucha que tuvo que mantener Sautuola toda su vida contra quienes le tacharon de hereje e impostor; ni iglesia ni los científicos de la época concedieron a su descubrimiento el valor que tenía; es más, fue tachado de fraude y mentiroso y así murió, pensando que el mundo se avergonzaba de su existencia.
Sucedió en 1879. Entre las verdes colinas y los picos rocosos de la costa de Santander, María Sautuola, una niña de 9 años, y su padre, Marcelino, un arqueólogo aficionado, descubren algo extraordinario que cambiará la historia de la humanidad para siempre: las primeras pinturas prehistóricas encontradas hasta entonces: unos impresionantes bisontes al galope trazados con gran detalle en las paredes y el techo de una cueva.
Pero la madre de María, la dulce y devota Conchita, no es la única perturbada por este descubrimiento. La iglesia Católica considera que la afirmación de que las pinturas sean obra de prehistóricos «salvajes» es un ataque a la verdad bíblica. Y, sorprendentemente, la comunidad científica liderada por el prehistoriador Émile Cartailhac, también acusa de fraude a Marcelino y a su descubrimiento. El mundo idílico de María se derrumba y sus intentos por ayudar sólo empeoran las cosas. La familia entra en una fuerte crisis y cierra la cueva. Será necesario todo el amor que se tienen para encontrar el camino hacia la redención y el reconocimiento.
En palabras del director Hugh Hudson, «el núcleo de la película es la historia de amor entre una mujer y un hombre que tienen diferentes puntos de vista pero se aman profundamente»
