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El pregón

Buenafuente y Berto Romero asaltan la pantalla grande

La comedia pretende, según su director, «provocar carcajadas libres, directas y honestas»

La ha dirigido el realizador catalán Dani de la Orden, autor de dos títulos acogidos con elogios por la crítica, Barcelona, noche de verano y Barcelona, noche de invierno, y reúne por primera vez en la pantalla grande a dos nombres destacados del mundo del espectáculo, de la televisión y del cine, Andreu Buenafuente y Berto Romero, que han colaborado en infinidad de ocasiones en la pequeña pantalla. Cuenta la historia de dos hermanos, estrellas musicales en horas bajas, que tras muchos años sin hablarse deben reunirse para dar el pregón de las fiestas de su pueblo natal.

Juraron que no se verían las caras nunca más... Pero, por una cantidad razonable de dinero, están dispuestos a hacer una excepción. Los hermanos Osorio, glorias olvidadas de la música electrónica de los 90, han tocado fondo. Cuando les contratan para ir juntos a dar el pregón en su pueblo natal, Proverzo, no imaginan la que se les viene encima. Sus intenciones de llegar, ganarse el dinero y salir corriendo se ven truncadas por planes secretos, hordas de fans y tradiciones ancestrales. Si salen de allí con vida ya será todo un logro...

De la Orden asegura que el guión de la cinta lograba algo insólito, provocar carcajadas libres, directas y honestas desde la primera lectura, razón por la cual quiso formar parte del proyecto. «Quería ver -dijo- cómo funcionaba el humor y cómo podía hacer que el engranaje cómico fuera mas fluido: en definitiva; ¡quería hacer una comedia!. Lo veía como una película de feel good con varias situaciones disparatadas que te impedían parar de reír. Era todo un reto. Pero también quería que sus protagonistas tuvieran un efecto empático con el público; que la comedia tuviera un punto ligeramente emotivo, para no quedarse únicamente en el gag».

La idea era hacer, según el director, una comedia de engranaje. «La comedia -añadió- tiene algo muy misterioso; y es que si no tiene el ritmo adecuado, la inercia perfecta y su equilibrio, si te desvías de eso un segundo, un plano más o un plano menos, el gag deja de funcionar. A veces no sabes qué es; si falta pausa o hay que quitarla, pero está claro que la comedia tiene un único ritmo que se encuentra en rodaje, pero, sobre todo, en montaje. Todo esto pasa desapercibido para el espectador (si es gracioso escrito, será gracioso rodado), pero no es así. Y por eso creo que los directores en comedia son fundamentales; para que creen el tono adecuado para que el humor fluya y le den el ritmo que necesita el gag».

En palabras suyas, el realizador aseguró que le emocionaba el reencuentro entre dos hermanos, pero sobre todo le emocionaba el retrato de dos perdedores, uno más soñador que otro, pero en definitiva dos losers que se separaron tras un fracaso. «Me fascinaba -concluyó- el personaje de Andreu y su voluntad de ejercer de padre».

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