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Cien años de perdón

Acción y suspense en un banco valenciano

Adrenalina es lo que promete Daniel Calparsoro con este thriller sobre el robo de un banco

Es un thriller que presume de que no se parece a ninguna otra película de robos por la riqueza de los elementos que conforman su trama de intriga, el retrato de los personajes que la protagonizan y la calidad de su producción. Con guión de Jorge Guerricaechevarría (responsable de El Niño y Celda 211), el título de la película sugiere que no se trata de una historia convencional de suspense ambientada en un banco, sino que de la percha del thriller cuelgan propuestas más transgresoras. Es el noveno largometraje para la pantalla grande del realizador vasco Daniel Calparsoro, que debutó en 1995 con Salto al vacío y que ha firmado, entre otros, Asfalto, Guerreros, Ausentes, Invasor y Combustión. Para la pequeña pantalla ha dirigido miniseries como El castigo, La ira y Tormenta.

Una mañana lluviosa. Seis hombres armados asaltan la sede central de un banco en Valencia. Lo que iba a ser un robo limpio y fácil pronto se complica cuando la directora de la sucursal desvela un secreto oculto en una de las cajas de seguridad. Los ánimos se encienden entre la banda y la sospecha se extiende dentro y fuera del banco hasta llegar a poner en jaque al Gobierno del país.

El protagonista de la película es Luis Tosar, que encarna el personaje de El Gallego. En palabras del propio actor, «El Gallego está metido en la banda pero piensa que no encaja en el grupo. Es una banda de argentinos y él está en el medio. Está familiarizado con la ingeniería, con el aspecto técnico del asalto. Es metódico, obsesivo con los números y con los datos. En la banda están todos bastantes exaltados menos él. Atracar un banco no es una cosa muy tranquila. En este sentido un gallego en tu vida siempre viene bien. Pero para El Gallego las mujeres suponen un problema».

«Mientras trabajábamos -declaró el guionista Jorge Guerricaechevarría- el título era El robo. Cuando las cosas empezaron a fraguar, y comprendimos qué robo queríamos contar, qué implicaciones tenía a otros niveles, cómo se mezclaban dos mundos, de repente pensamos que Cien años de perdón contaba bien la película».

Concebida como una cinta de entretenimiento al estilo más clásico, director y guionista barajaron inicialmente la posibilidad de un grupo similar a los panteras rosas para la banda de atracadores. Sin embargo los protagonistas hubieran tenido que hablar en un idioma diferente, creando distancia con el espectador. En la investigación de atracos míticos el guionista dio con varios robos sucedidos en Argentina, e inspirándose lejanamente en ellos los autores concluyeron que resultaría más interesante que los ladrones hablaran en español.

«Cien años de perdón es -según Calparsoro- una historia de secretos, una película sobre un secreto y la fuerza que puede tener ese secreto. Ese cadáver que todos guardamos en el armario y que puede tener la fuerza de acabar con una amistad, de romper una relación, de hundir un gobierno». Por su parte, el productor Juan Gordon aseguró que la cinta «no se queda en el simple atraco a un banco».

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