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Point Break (sin límites). Proezas deportivas más allá de lo imposible

Ramírez y Braceyt, deportistas extremos y ladrones de bancos a tiempo parcial.

Es una nueva versión de Le llaman Bodhi, que dirigió Kathryn Bigelow en 1991 con Patrick Swayze y Keanu Reeves y se ubica en el apartado del thriller de acción en su vertiente más extrema, cargado de altas dosis de adrenalina y un ritmo trepidante en el que un joven agente del FBI, Johnny Utah, se infiltra en un equipo de atletas de élite, liderado por el carismático Bodhi. Los atletas son sospechosos de llevar a cabo una serie de crímenes de forma extremadamente inusual. Infiltrado en el grupo de forma encubierta y arriesgando su vida en cada instante, Utah se esfuerza por demostrar que son los artífices de una cadena de robos insólitos. La película, como no podía ser menos, está repleta de las escenas deportivas que presumen de ser las más radicales jamás vistas en el cine. Las proezas de dichas escenas de acción las realizan atletas de élites que representan a los mejores en surf, paracaidismo, snowboarding, escalada libre y motocross de alta velocidad.

Segundo largometraje para el cine del director Ericson Core, tras Invencible que dirigió en 2006, su objetivo no era otro que usar la inspiración que a su juicio brota en Le llaman Bodhi pero expandiéndola a una escala global, con los atletas actuales más extremos del mundo llevando toda la acción.

Al mismo tiempo, Core y el equipo de cineastas sabían que una gran parte de lo que hizo la primera versión tan atractiva para mucho público fue la relación entre los dos personajes: el agente del FBI novato Johnny Utah, intentando dejar de lado su pasado y encontrar su lugar en el mundo, y su elusivo objetivo: Bodhi, un hombre carismático con planes inusuales. Este conflicto crucial entre individuos que parecen diametralmente opuestos pero extrañamente parecidos sigue siendo la base de la historia. Además, según Core: «Muchas de las preguntas filosóficas que plantea Bodhi merecen una exploración más profunda, como la idea de ser verdaderamente libre y vivir según tu propio código, así que mantuvimos todo eso».

Lo que es radicalmente distinto es el telón sobre el que el conflicto entre Utah y Bodhi se desarrolla. Los crímenes que Bodhi y su banda cometen ahora son más sofisticados y peligrosos, con implicaciones y motivos muy profundos, y los extremos a los que tiene que llegar Utah para cogerles le llevan a un terreno desconocido. La historia, además, va más allá de los retos diabólicos de unos surferos que buscan un verano sin fin en la costa californiana, la película pide un escenario mundial. Pasa por 11 países a lo largo de cuatro continentes y ofrece una visión especial del atletismo extremo actual, al incorporar las demostraciones más espectaculares. «Ésta es una película -declaró Andrew A. Kosove, uno de los productores de la película y también un triatleta de competición- de cámaras. Lo que eso significa para el público es que van a ver las escenas de acción tal cual se captaron en cámara, en las localizaciones reales, por atletas reales. No se trata de coreografías sobre un fondo verde; nadie está chocando con un edificio falso, quitándose el polvo y alejándose. Estuvimos en el del Salto Ángel en Venezuela, la cascada continua más alta de la Tierra; en el pico del Jungfrau en los Alpes, en Walenstadt, Suiza, en Teahupoo, Tahití, y en Jaws cerca de Maui, para cazar la ola más grande de la década. Ha sido un rodaje extraordinario».

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