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Macbeth

La codicia y sus estragos con el sello de Shakespeare

La famosa obra del autor inglés encaja como nunca en el contexto sociopolítico actual

Es, sin duda, una de las obras más célebres de Shakespeare y desde que salió a la luz hace cuatro siglos ha sido objeto de numerosas adaptaciones o modernizaciones tanto para el teatro como para el cine y la televisión. El trágico relato de este general escocés devorado por la ambición y por su destino real, fascina desde hace mucho a actores, directores y espectadores. En cine, ha dado lugar a muchas versiones, las más notorias las de Orson Welles o Roman Polanski.

El momento era igualmente oportuno por cuanto atañe a los temas abordados en la obra: efectivamente, nunca tanto como ahora habían sido actuales la codicia y sus estragos. Jack Reynor, quien encarna a Malcolm, destacó: «La codicia es una azote que puede corromper a millones de personas y destruir sus vidas. Es tanto como decir que la historia de Macbeth se hace particularmente estremecedora si pensamos en el clima económico de estos últimos años».

En este entorno sociocultural y político los productores Iain Canning y Emile Sherman, a la vista también de una nueva y emergente generación de grandes actores ingleses de teatro, cine y televisión, consideraron que había llegado el momento de proponer una nueva lectura del texto. «Actores como Tom Hiddleston y Jude Law -remarcó Canning- han tenido primeros papeles en piezas de Shakespeare. Me parece interesante ver a esa nueva generación apropiándose del repertorio shakespeariano y redescubriendo significaciones. Los dos nombres de mayor peso en el reparto en esta película son Michael Fassbender y la francesa Marion Cotillard, que incorporan a Macbeth y Lady Macbeth.

«No hemos abordado la pieza -subrayó Michael Fassbender- con espíritu simple. Jamás hemos intentado cambiar el texto en verso, o ceñirlo, aunque hemos priorizado la sobriedad y la proximidad. Desde el principio, Justin quería establecer una relación mucho más íntima con el texto que en las adaptaciones previas, al tiempo que sostener la fidelidad a la obra. Igual que con cualquier guión, no se ha querido sabotear este texto magnífico sino utilizarlo para el proceso y hacerlo propio».

Por su parte, el director australiano Justin Kurzel, que debuta en el largometraje, destacó: «Hemos rodado en verso, y no es lo mismo que dar la réplica a un compañero que esté frente a uno, y actuar en el proscenio ante un público. Creo que ocurre algo cuando un actor se halla frente a sí mismo con la cámara que se acerca casi a tocar. Aquí no se actúa para un público numeroso, sino en un marco mucho más íntimo».

«Se ha tenido que verter gran esfuerzo -expresó Marion Cotillard-, pues Shakespeare puede ser difícil de comprender, incluso para los ingleses. Pero ello ha suscitado una energía que nos ha enardecido los ánimos a lo largo de todo el rodaje».

«Fue pavoroso» -indica Reynor-. «Pero sin ese tipo de dificultad, sin duda no habría valido la pena, y me ha encantado hacer frente al desafío. Ha sido formidable poder actuar en verso con estos compañeros carentes de formación shakespeariana clásica».

Por otro lado, el texto en verso valora una de las grandes bazas de Shakespeare: la lengua como útil de manipulación. Y en Macbeth, la manipulación es constante: «Cuando vemos -explicó Kurzel- a Michael con Marion, o Michael y Paddy [Considine], se tiene la sensación de estar en Uno de los nuestros, pues esos personajes buscan manipular a su interlocutor de modo inteligente y malicioso. Ahí hay un subtexto en lo no dicho, y lo que resulta cautivador en Macbeth estriba en que la tensión subterránea se manifiesta sin artificio».

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