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Palmeras en la nieve

Amor e intriga en una excolonia española

La película pone el foco sobre la isla de Fernando Poo, parte de la Guinea española hasta 1968

Amor e intriga en una excolonia española

Su director, Fernando González Molina, la define como una historia tan épica como intimista que tiende puentes entre dos tiempos, dos culturas y dos generaciones. Se sitúa en un marco exótico y nada frecuentado por el cine español, la isla de Fernando Poo, que formó parte de la Guinea española desde 1778 hasta 1968. Nos traslada, por un lado, al periodo de transición de las colonias a provincias de ultramar hasta la independencia definitiva y, por otro, al presente, en Bioko, un territorio herido tras años de inestabilidad, dictaduras, desapariciones, tortura, y falta de libertades. Es la cuarta película de un director, el citado González Molina, que ha logrado el indudable honor de forjar una filmografía continuada y más que rentable en las taquillas.

Sus comienzos tienen que ver con el descubrimiento accidental de una carta olvidada durante años, que empuja a Clarence a viajar desde las montañas de Huesca a Bioko para visitar la tierra en la que su padre Jacobo y su tío Kilian pasaron la mayor parte de su juventud, la isla de Fernando Poo. En las entrañas de un territorio tan exuberante y seductor como peligroso, Clarence desentierra el secreto de una historia de amor prohibido enmarcado en turbulentas circunstancias históricas cuyas consecuencias alcanzarán el presente.

La cinta está basada en el bestseller homónimo de Luz Gabás, editado por Temas de Hoy. La novela, publicada en 2012 y que en la actualidad cuenta con más de 500.000 ejemplares vendidos, está inspirada en las experiencias de miles de colonos españoles que llegaron allí atraídos por las perspectivas de un futuro mejor. Es el caso de cientos de jóvenes del valle de Benasque -entre ellos los abuelos y el padre de la autora- que decidieron emigrar a tierras más cálidas para trabajar en las plantaciones de cacao, dejando atrás la nieve y el frío de sus pueblos montañosos.

Según su director, Palmeras en la nieve es la historia de una familia, pero no solo eso. «Es la historia -declaró- del viaje de dos hermanos a Guinea para descubrir un mundo ajeno a su pequeño pueblo del Pirineo, pero también es una historia de secretos que marcan para siempre, y una película colonial, sobre el impacto emocional que produce transitar los paisajes africanos. Es también el relato de una serie de personajes que tuvieron que vivir durante décadas alejados de sus familias, de su país, y que crearon entre ellos vínculos que se mantuvieron después durante décadas. Pero también una película sobre el final de una era, y probablemente una de las historias de amor más bellas que he leído desde hace mucho. En los tiempos que corren, historias como las de Kilian, Jacobo, Julia, etc... son necesarias. Porque son historias que nos recuerdan que nada es imposible, que hay que luchar por lo que uno cree, por lo que uno quiere, por muy difícil que sea. Porque si te empeñas, con la fuerza con la que los personajes de Kilian y Bisila se aferran a su historia de amor imposible, puedes hacer que crezcan, aunque sea durante un tiempo más o menos breve».

Para recrear el exótico mundo de Palmeras en la Nieve, el equipo de la película se ha trasladado a la isla de Gran Canaria, donde se ha recreado la legendaria plantación de cacao de Sampaka para la cual se han construido nueve edificaciones y plantado más de 400 palmeras entre otra vegetación tropical. Además, también se ha construido un poblado africano, entre otros decorados, que nos transportarán a la época colonial española.

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