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Amancio Prada

«La cultura es la raíz profunda»

La voz descalza es el último trabajo de Amancio Prada, un disco basado en Teresa de Jesús y Juan de la Cruz que hoy presenta en Alicante

Amancio Prada actúa esta noche en el Teatro del Mediterráneo.

Dada la complejidad de su obra, ¿a qué público se dirige?

Me dirijo al universo entero. Lo importante es asomarse, ver, oír. A partir de ahí es responsabilidad de la obra y el intérprete acaparar la atención y procurar el entendimiento y el disfrute del espectador. Cuando más voy a un lugar, más vuelvo. He abarrotado grandes teatros. Así que puedo decir que me dirijo a todos los públicos, a la inmensa minoría que diría Juan Ramón Jiménez.

¿Qué supone para usted cantar sobre el escenario?

Cantar es como respirar, mi forma de estar en el mundo. No lo hago por profesión, es por vocación. Así lo he sentido desde niño. He tenido la suerte de convertir mi vocación en medio de vida. Le doy gracias al cielo y se lo deseo a todo el mundo. Cuando uno hace lo que le gusta, se esmera en hacerlo mejor cada día.

¿Se puede cambiar el mundo con la música?

La música es una oración del mundo. Una canción no puede cambiar el mundo pero puede cambiarte a ti, como me pasó a mí con Andaluces de Jaén cantada por Paco Ibáñez.

¿Cómo califica la evolución musical vivida por España durante los últimos años?

Admirable. A pesar de la crisis, la estrechez y de tantas dificultades hemos capeado el temporal poniendo al mal tiempo buena cara. Los que estamos en el campo artístico hacemos esa labranza por vocación. Hemos nacido para ello y no concebimos otra cosa. Pienso en la gente que tiene que abrirse camino y lo tiene complicado.

Pinta un panorama oscuro para los más jóvenes...

Nunca ha habido músicos jóvenes tan bien formados como ahora en España. Pero no se crean orquestas de cámara, no se programan conciertos de guitarra y las casas de discos han desaparecido. Afortunadamente han llegado las redes sociales, que nos dan apoyo democrático. La cultura no es el viento, es la raíz profunda y no es fácil arrancarla.

En 2010 fue reconocido con la Medalla de Oro de las Bellas Artes, ¿cómo la recibió?

Como un regalo. De darme una medalla pensaría que sería la del trabajo. Ahí sí que tengo la sensación de ganarla todos los días, no hago otra cosa. Fue una caricia, un estímulo. No me hace olvidar que el mejor premio es el reconocimiento del público, la resonancia en los demás de lo que uno canta.

¿Cuáles son sus proyectos de cara al próximo año?

Me apetece ofrecer un recital variado, que vaya desde los trovadores gallegos y portugueses hasta la poesía de Juan Carlos Mestre. No tengo más proyectos, se me aparecen solos. Siempre procuro estar con los ojos abiertos y con la mirada en dirección al cielo.

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