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"8 apellidos catalanes", ahora en la Cataluña independentista

La secuela de Ocho apellidos vascos llega a los cines con Berto Romero y Rosa María Sardá

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Es la secuela más esperada en mucho tiempo del cine español, nada habituada a estos menesteres, no en balde la cinta original, estrenada el 14 de marzo de 2014, es decir hace solo 20 meses, ha batido todos los records habidos y por haber en materia de número de espectadores y recaudación en taquilla. Conviene tener presente que la vieron la friolera de nueve millones y medio de personas, superó los 56 millones en taquilla y estuvo encabezando el ranking 67 días consecutivos. No sólo eso, además su emisión en televisión también ha sentado cátedra, hasta el punto de que su pase simultáneo en Tele 5 y Cuatro alcanzó un share del 46'5 por ciento con una cobertura aproximada de 8'5 millones de espectadores. Y lo más sorprendente es que los privilegiados que ya han visto la segunda parte están convencidos de que su suerte va a ser, asimismo, otro hito en nuestra industria.

Lo que si está claro es que se ha intentado mantener la fidelidad tanto en el terreno de los actores y técnicos como en el del argumento, de modo que si Emilio Martínez Lázaro y Borja Cobeaga y Diego San José continuaban como director y guionistas respectivamente, la trama insiste en la vía de la comedia romántica con un elevado porcentaje de connotaciones políticas de la España más rabiosamente actual y polémica. Por eso, si primero fue Euskadi el objeto de una parodia ingeniosa e inteligente, que se burlaba de aspectos nunca antes vistos desde este prisma en la pantalla, ahora le corresponde, y nunca con mayor apego a la realidad, a una Cataluña inmersa en un supuesto proceso de independencia. La clave en ambas cintas para dar en la diana de la popularidad no parece otra que abordar con humor y mala uva el factor diferencial.

De esta forma, la feliz pareja que conocíamos, es decir Amaia y Rafa, se ven afectados, como cualquier hijo de vecino, en una crisis que llega tan lejos que acaba provocando la ruptura y que ambos decidan, por tanto, separarse. Él vuelve a su Sevilla natal y ella opta por probar fortuna y se traslada a Cataluña, concretamente a Girona. Cuando Koldo se entera de que su hija Amaia se ha enamorado de un catalán llamado Pau, después de romper con Rafa, el temperamental vasco entrará en cólera. Ante tal «sacrilegio», porque el nuevo novio además de catalán lleva barba hipster, el padre de Amaia se aventurará a cruzar por primera vez los límites de Euskadi y poner rumbo a Sevilla. Rafa no lo ve nada claro, y es Koldo el que convence a su ex yerno de que deben viajar a Cataluña para rescatar a Amaia de las garras de su nuevo novio catalán. Allí, en Cataluña, les esperan Roser y Judit, además de un montón de malentendidos y de tópicos a destruir sobre lo que unos y otros piensan del resto. Y es que el objetivo es recuperar a su hija cueste lo que cueste.

Rodada en escenarios de una masía de Girona, el Alto Ampurdan, en una Sevilla movilizada por la Semana Santa, en varios puntos de Madrid y en la localidad vasca rebautizada Argoitia, la película contempla el sentimiento independentista, según declaró el actor Dani Rovira, desde una perspectiva «sana y graciosa» y no cree que nadie se vaya a sentir ofendido. Eso sí, precisó que no es la función de esta película sanar heridas que, además, considera que se encuentran en el ámbito político y en el económico, más que en el civil. «En el trato personal -expresó- no existe tal discrepancia, ni odio o desapego. Dudo que una persona de Barcelona se lleve mal con una de Salamanca». Es más, al margen de la tan mentada independencia, Rovira destacó que Cataluña posee muchos «elementos y susceptibles de se llevados a la comedia, tales como el espetec, los calçots, la sardana, el idioma o el dinero. Da muchísimo juego como instrumento de tópico», avanzó en referencia a las secuencias de humor.

En cuanto a las diferencias de la nueva cinta con su precedente, el protagonista de ambas, señaló que la primera parte tiene el «factor sorpresa y la brocha gorda en la comedia», mientras que la nueva entrega destaca por su "brocha fina en la comedia» y por ser «una película más bonita», especialmente en la parte romántica. En su opinión, Martínez Lázaro es un director «inteligente» que en esta segunda parte ha querido jugar con los «matices», así como con las «aristas» de los personajes, cuyo humor es «más fino y sutil». A ello ha contribuido la incorporación en el reparto de la representación catalana, personificada por Berto Romero, que incorpora al novio catalán, y Rosa María Sardá, que hace las veces de la abuela de este último. En palabras de Rovira, ambos poseen una «manera bastante fina de hacer humor, caracterizado por la ironía, el surrealismo y la sutileza».

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