Fue la flamante Palma de Oro del Festival de Cannes de 2015, que tuvo como presidentes del jurado a los hermanos Coen y que elogiaron públicamente la calidad de esta producción francesa, prácticamente la primera película con financiación occidental que se aproxima a una sangrienta guerra civil, la que se desarrolló en Sri Lanka a lo largo de 25 años, desde 1983 hasta 2009. La cinta comienza cuando el conflicto está a punto de terminar en Sri Lanka y la derrota está cerca. Dheepan decide huir. Marcha con una mujer y una niña a las que no conoce, con la esperanza de obtener más fácilmente asilo político en Europa. Al llegar a París, la familia va de hogar de acogida en hogar de acogida, hasta que Dheepan consigue trabajo como conserje en un edificio de los suburbios. Tiene la esperanza de construir una nueva vida y un verdadero hogar para su esposa y su hija falsas. Sin embargo, la violencia cotidiana de la ciudad despierta las heridas aún abiertas de la guerra. El soldado Dheepan tendrá que utilizar sus instintos guerreros para poder proteger a la que hubiese querido que fuera su familia real.
Director de títulos tan interesantes como De latir mi corazón se ha parado, Un profeta y De óxido y hueso, Jacques Audiard reconoció que antes de emprender este proyecto ignoraba lo sucedido en Sri Lanka. Vio un documental de la BBC, No Fire Zone, que está a veces en el límite de la violencia, pero que explica la peculiaridad del conflicto: las fuerzas del gobierno crearon «zonas libres de fuego» en las que el pueblo tamil se refugió. Después, el área fue bombardeada y los últimos atisbos de resistencia fueron reducidos hasta el límite.
Audiard, sin embargo, aborda en este entorno cómo una familia falsa se convierte en una verdadera. «Creo que al comienzo del proyecto -declaró- no éramos conscientes de este objetivo: formar una pareja, una familia. Sin embargo, es algo que según avanzábamos se hizo evidente, y que el rodaje ha seguido fortaleciendo. Son personajes que no se aman. Él era un guerrero y ella una civil. Los rebeldes era lo que más despreciaban los civiles. A veces pienso que es realmente una comedia sobre volverse a casar. Hay un trasfondo en la película que es típico de la comedia: uno tiene que tener una familia, una pareja y un coche familiar para encajar en la sociedad».
El director, sin embargo, no despejo sus dudas respecto a hacer la película hasta que conoció a los actores. «Yo dudaba -señaló- en hacer la película. No era una negación, pero tenía dudas. También me di cuenta de que, por razones de temas y áreas, podría haber cierta semejanza con Un profeta. Dudé por un tiempo, lo decisivo para mí, fue ver a los actores. Con ellos he encontrado lo que buscaba al principio: hacer una película de género con actores extranjeros. Esta especie de alteración que estábamos buscando para la película, me pareció natural con ellos. Tuve largas conversaciones con los tres actores y llegamos a la conclusión de que la película no podría basarse solo en la ficción».
Tanto el director como el guionista, Thomas Bidegain, reconocen el importante papel que desempeña la pequeña Kalie, que apenas tenía 9 años durante el rodaje. «Tiene un papel de liderazgo -recordó Audiard- en el desarrollo de la familia. Es ella la que conecta a sus falsos padres entre sí. Ella establece un curioso arreglo con su falsa madre: si ella no quiere ser mi madre falsa, al menos será mi hermana falsa, será más fácil». Al respecto, Bidegain expresó que en el guion, la historia de amor, era menos clara de lo que es en la película y aunque hubo un deseo emergente de una reconciliación, no fue el motor de la historia. «Eso es lo que me decidió -concluyó el director- a entrar en la aventura. Era algo que tenía que desarrollarse en el rodaje. Esta es la primera vez que vimos que algo faltaba en el guión. Y eso es lo que sucedió en torno a la historia de amor».
