Supone el debut como directora de largometrajes de la actriz catalana Leticia Dolera, que ya había firmado cuatro cortos bien valorados por la crítica, especialmente Lo siento, te quiero y Habitantes. Es más, en un verdadero alarde polifacético, es responsable también del guión y protagonista. Rodada en Barcelona, se acerca a la figura de María, una mujer de 30 años un tanto peculiar y con un objetivo: convertirse en una persona normal. Para ello, deberá descubrir primero en qué consiste eso exactamente. María se encuentra en un momento de su vida en el que las cosas parecen no encajar. No tiene trabajo, la acaban de echar del piso donde vive por no pagar el alquiler, la relación con su familia es insatisfactoria y su vida romántica hace tiempo que es inexistente.
El título alude a la pregunta que le hacen a María en una entrevista de trabajo, en el sentido de qué tipo de persona se considera, a lo que ella contesta «una persona normal». Y al replicarle el encuestador qué es para ella una persona normal, esa pregunta desata la inquietud de María. Tras enumerar todos los requisitos fundamentales para serlo, se da cuenta de que no cumple ninguno de ellos y se propone hacer todo lo posible para cumplirlos.
En ese empeño contará con la ayuda de su hermano Álex, discapacitado intelectual de 25 años, que se da cuenta de que sí cumple los requisitos de la lista que ha hecho su hermana y eso le parece terrible y aburrido. Y también con la de Borja, un chico encantador con sobrepeso con quien establecerá el pacto de ayudarse mutuamente. Ella le ayudará a llevar una vida sana y él a cumplir su objetivo de convertirse en una persona «normal».
Con un gran sentido del humor, que sube enteros con la colaboración de actrices como Silvia Munt, Blanca Apilánez y Carmen Machi, la película indaga, a pesar del tono naïf, temas como las relaciones familiares, la incomunicación o las duras condiciones de vida que ha impuesto la crisis a estos jóvenes treintañeros.
«Hemos crecido creyendo que con una carrera y con un máster tendríamos las puertas abiertas y muchos de mi generación están ahora con dos carreras y dos máster y fregando platos», se lamenta Dolera, quien afirma rotunda que «el sentido del humor» es uno de sus principales requisitos para andar por la vida: «Es mi forma de relacionarme con el mundo». Por su parte, Dolera recomienda esta comedia a todos los públicos, convencida de que «saldrán del cine con ganas de reír y bailar y de no ser personas normales».
