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En tercera persona

Amor, confianza y traición

Paul Haggis dejó que fueran los personajes de esta película quienes dictaran lo que iba a pasar

Amor, confianza y traición

Cuenta tres historias de amor, pasión, confianza y traición que recuerdan a otra película anterior del realizador, Paul Haggis, la oscarizada Crash. Transcurre entre Nueva York, París y Roma, y gira en torno a tres parejas que no parecen tener conexiones tangibles. Mucho más que una colección de historias de amor es un misterio, un rompecabezas donde la verdad se adivina por retazos, donde las pistas se descubren por el rabillo del ojo, y nada es realmente lo que parece. Es el sexto largometraje del director de En el valle de Elah. En esta cinta se ciñe ala figura de Michael, ganador del Premio Pulitzer, que se ha refugiado en la suite de un hotel parisino para acabar su último libro. Hace poco que se ha separado de su esposa y vive una tempestuosa relación amorosa con Anna, una joven y ambiciosa novelista con las ideas muy claras. Por otra parte, Scott, un turbio hombre de negocios, se ha desplazado a Italia para robar diseños de las grandes casas de moda. Totalmente en contra de cualquier cosa que parezca italiana, Scott busca un restaurante «decente» cuando conoce a Monika, una espléndida gitana que está a punto de reencontrarse con su hija. Pero le roban el dinero que debe entregar al traficante que trae a su hija y algo empuja a Scott a ayudarla. Viajan hacia una ciudad poco segura en el sur de Italia y Scott empieza a sospechar que ha sido víctima de una estafa. Finalmente, Julia, es una antigua actriz de telenovelas, que se ve envuelta en una batalla legal por la custodia de su hijo de seis años con su exmarido Rick, un famoso artista neoyorquino. Sin dinero y con enormes gastos legales, no le queda más remedio que trabajar de camarera de piso en uno de los elegantes hoteles donde solía alojarse. Haggis reconoció que ha sido su guión más complicado hasta la fecha «porque lo hice -dijo- todo mal. Dejé que los personajes me dictaran adónde iba la historia y a menudo no me hablaban o, peor aún, me mentían».

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