Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las ovejas no pierden el tren. Mirar hacia adelante a los 40

Una película que se define como «comedia generacional», pero que es más que eso y que habla sobre la necesidad de vivir sin expectativas y de la necesidad de adaptarse a los cambios

Las ovejas no pierden el tren. Mirar hacia adelante a los 40

Una película que se define como «comedia generacional», pero que es más que eso y que habla sobre la necesidad de vivir sin expectativas y de la necesidad de adaptarse a los cambios. Nos muestra cómo un grupo de amigos, en sus 40, encaran los cambios a los que se enfrenta la sociedad actual. La falta de trabajo y la necesidad de reciclarse, las historias de amor que rara vez siguen ya la premisa del «para siempre» y la sensación de que las cosas no son como nos habían contado rodean a unos personajes que harán lo posible por reencauzar sus vidas, combinando la vida cotidiana con situaciones surrealistas con las que todos podemos sentirnos identificados en los días que corren. La ha dirigido Álvaro Fernández Armero, que vuelve al cine después de siete años entregados a la pequeña pantalla. El responsable de Todo es mentira, que fue su opera prima, y de Nada en la nevera y El juego de la verdad, regresa a su escenario predilecto, la comedia. Nombres tan de moda en nuestro cine como Imma Cuesta, Raúl Arévalo y Alberto San Juan encabezan el reparto.

Luisa y Alberto se han visto abocados a irse a vivir al campo, pero la idílica vida rural enseguida empezará a mostrar su cara menos amable. A pesar de que la pareja no atraviesa por sus mejores momentos, Luisa está obsesionada con tener un segundo hijo, aunque el precio sea el sexo más apático imaginable. Quien ni se plantea pisar el campo es Juan, el hermano de Alberto, quien con 45 años y periodista en horas bajas, sale con Natalia, una joven entusiasta de 25 años en la que ve una tabla de salvación, aunque no haya previsto las locuras propias de su edad. Por su parte la hermana de Luisa, Sara, está acostumbrada a canalizar su ansiedad a través de los hombres, con quienes no acaba de encajar, hasta que aparece Paco, un periodista deportivo que parece incluso dispuesto a llevarla al altar. O eso cree ella.

El objetivo de la película, según el realizador, era narrar una comedia con algún tinte dramático en la que se muestre que a veces las expectativas que tenemos para nuestra vida no llegan a la altura de lo que esperábamos, pero quizás sea incluso mejor. «Me gustaría -declaró- que el espectador se sintiera identificado con estas historias que hablan un poco de nosotros, cosas normales y corrientes y de situaciones en las que no hay héroes ni villanos necesariamente y todos somos un poco loosers y triunfadores a nuestra manera».

Raúl Arévalo, que incorpora al marido de Inma Cuesta y que tras fracasar en su carrera literaria tras un fugaz éxito decide mudarse con su esposa y su hijo a un pueblo, manifestó por su parte que el destino y la suerte pueden tener un papel importante en la vida de las personas, «pero hay que estar siempre trabajando sin parar y alerta ante todo».

Para Alberto San Juan esta situación puede ser paralela a una oveja, como dice el título del film, pues en su opinión a veces vivimos según lo que quieren los demás o con todos los planes ya hechos de antemano, algo que nos hace parecernos a un rebaño de ovejas. Esto mismo podríamos relacionarlo con la situación de crisis actual y el momento que estamos viviendo. «Mi personaje-añadió el actor- no se aleja mucho de estas sentencias, pues también atraviesa la delicada situación de no tener trabajo a los cuarenta años, no haber recuperado el éxito que tuvo su debut literario, estar embarcado en una relación amorosa que no va a ninguna parte».

Aunque con estos planteamientos parezca que estemos ante un guión un tanto desesperanzador, tanto Fernández Armero como los actores ssubrayan que en las imágenes hay siempre esperanza.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats