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Antonio Molero

«El teatro aún es de los artistas»

El nombre es una comedia en la que la gente se sorprende mucho de lo que ve

Junto a Amparo Larrañaga, Kira Miró, Jorge Bosch y César Camino, Antonio Molero (1968, Toledo) protagoniza El nombre, obra teatral que podrá verse esta tarde en el Palau Altea y mañana en el Teatro Chapí de Villena.

¿Qué ofrecen a los espectadores?

Una comedia de 1 hora y 35 minutos en la que la gente se sorprende mucho de lo que ve. Es una velada a tiempo real en la que una pandilla de toda la vida, mitad familia y mitad amigos, se encuentran para celebrar que una de las parejas está embarazada. El nombre que le quieren poner a la criatura es el detonante que hace que empiecen a salir trapos sucios. Habrá muchas sorpresas, la obra se convierte cada vez más inesperada y divertida.

¿Con qué rodaje llega El nombre a los teatros de Altea y Villena?

Hemos estado seis meses en el Teatro Maravillas de Madrid y ahora acabamos de comenzar la gira. Nuestro paso por la capital ha sido impresionante. Mantenemos la incógnita de cómo irá fuera. El nombre es caballo ganador y tenemos la sensación de que vayamos donde vayamos y hagamos lo que hagamos, va a funcionar.

¿Cómo valora a sus compañeros de reparto en la obra?

Cuando Pedro Larrañaga me comentó el reparto, me pareció muy acertado. Una vez que nos pusimos en marcha, a ensayar, formamos un gran grupo, una piña. Es muy importante que en una obra en la que hablamos de relaciones humanas el público vea que somos amigos. La buena relación entre los actores se traspasa a los espectadores y esto luego es algo que se comenta.

¿Tiene más proyectos en cine o televisión?

En cine nada. En televisión sí que llevo un proyecto en marcha. Estamos dándole los últimos retoques a una serie con Antonio Resines para Telecinco. Llevamos ocho capítulos grabados. Se verá en breve, no más allá de marzo. Es una comedia disparatada. Resines es un constructor corrupto que suplanta a su hermano, cura de barrio. Mi personaje también tiene mucha gracia, es un exboxeador.

Vuelve a trabajar con Antonio Resines, como en Los Serranos...

Lo recuerdo como una época bonita de mi vida. Fueron cinco años de trabajo en los que dimos en la diana con el producto, con la serie, que marcó una época. Los guionistas estuvieron tres años en estado de gracia y nosotros en un momento muy divertido. Fue bonito, todavía se emite la serie y se recuerda mucho. Estoy contento por haber formado parte de ella.

Cuenta que Resines interpretará a un constructor corrupto en la nueva serie, ¿la ficción no rehúye esta lacra?

No se puede mirar para otro lado, es imposible a no ser que vivas en una cueva. Para eso hacemos obras, historias actuales, ubicadas en España. Otro caso es que fueran series históricas. Es de lo que se habla en el país y sería malo huir de la corrupción.

¿Percibe más movimiento social?

Tiene que haber movimiento en algún sentido. El inmovilismo nos ha llevado hasta aquí. Eso es perjudicial en todos los regímenes, incluso en el democrático. Cuando la situación no se mueve, se da todo por bueno, se diviniza la Constitución, se dice que todo cambio es peligroso, la sociedad se estanca. Cuando el agua se estanca, se pudre y huele mal. El último mono es el ciudadano. Está bien que cuestionemos lo incuestionable.

Hablaba de Los Serrano. Otra serie que ha marcado su vida es Médico de familia...

Fue una etapa en la que lo fundamental fue el cambio que experimenté en mi vida de la noche a la mañana. Es literal. La noche en la que se emitió el primer capítulo era una persona y al día siguiente me convertí en algo que no había buscado ni conocía. Alguien famoso, popular. Seguí con mi teatro pero en el momento que salí en televisión, cambió mi vida. Médico de familia ya queda lejana en el tiempo, mantengo más sensaciones que recuerdos. Y muchas risas con Emilio Aragón, Luisa Martín, Manolo Peña, Jorge Roelas...

¿Cómo se lleva la fama?

Es un cambio difícil de gestionar en una persona joven, más bien tímida, que prefiere observar a que le observen. Hay que adaptarse.

¿El teatro está mejor que la televisión?

El teatro es algo que todavía pertenece a los artistas, a los creadores, desde los autores hasta los escenógrafos. Es más abarcable. Da la sensación de que controlas el producto, de que lo manejan especialistas en el tema. Cuando se va de las manos y lo manipulan empresarios, se desvirtúa.

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