Es una ficción de principio a fin y se adentra en la investigación de la desaparición de dos niñas. Una película con un corte clásico, en cuanto a la investigación y al desarrollo de los personajes, pero con un mar de fondo revuelto, denso, cenagoso, impenetrable. En esos términos define su película el director Alberto Rodriguez, un cineasta que ha ido consolidando su cine a medida que rodaba más largometrajes y que se sitúa entre lo más relevante del cine español. Títulos como Las siete vírgenes, After y, sobre todo, Grupo 7, que alcanzó las 16 nominaciones a los Goya, así lo confirman. Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez y Antonio de la Torre son los protagonistas de esta trama que tiene por escenario las marismas del Guadalquivir y que acaba de presentarse en la sección oficial del Festival de San Sebastián.
La acción nos retrotrae a 1980, a una pequeña población de las marismas, olvidada y detenida en el tiempo, en la que dos adolescentes desaparecen durante sus fiestas. Nadie las echa de menos. Todos los jóvenes quieren irse a vivir lejos y algunos de ellos se escapan de casa para conseguirlo. Rocío, madre de las niñas, logra que el juez de la comarca, Andrade, se interese por ellas. Desde Madrid envían a dos detectives de homicidios, Pedro y Juan, de perfiles y métodos muy diferentes que, por distintos motivos, no atraviesan su mejor momento en el cuerpo policial.
Una huelga de los trabajadores del campo pone en riesgo la cosecha del arroz, principal riqueza de la región, y dificulta las tareas de investigación de los dos policías que reciben presiones para solucionar el caso cuanto antes. Sin embargo, la investigación policial pone en evidencia que en los últimos años han desaparecido varias jóvenes más y que aparte del arroz existe otra fuente de riqueza: el tráfico de drogas. Nada es lo que parece en una comunidad aislada, opaca y plegada sobre sí misma. Lo único importante, con todo, es dar con el asesino.
El origen de la cinta se remonta a 2009, cuando el operador Rafael Cobos y Alberto Rodríguez estuvieron planteándose, sugestionados por una exposición fotografía sobre las marismas del Guadalquivir, la posibilidad de escribir una «historia negra» teniendo como inspiración la novela del chileno Roberto Bolaño (2666) y películas como El cebo de Vajda, Mistery of murders, Chinatown y Conspiración del Silencio.
