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Jaime Merino

Médico, profesor y mil cosas más

Jaime Merino

No es fácil ser buen ciudadano

Sería magnifico vivir en un mundo en el que todos fuéramos buenos ciudadanos. Pero ello no siempre es fácil, y por eso para mejorar la sociedad creamos normas o reglas.

n Normas y reglas están en la sociedad para favorecer la convivencia, pero algunas en ocasiones no las cumplimos y otras sólo en algunas ocasiones. Y no me refiero a respetar los semáforos, circular con el coche en el sentido permitido o caminar sin pisar los parterres. Ser buen ciudadano supone cumplirlas, pero mucho más. Hoy reflexiono sobre ello.

Generalmente no nos gusta que nuestra ciudad esté sucia, pero se ha dicho que más que tener que pagar mucho para que nos la limpien sería más efectivo que no la ensuciemos, y fíjese si no es así que no sólo arrojamos fuera de las papeleras lo inútil, echamos cigarros al suelo o latas y botellas de plástico, otras veces no las depositamos en los contenedores adecuados; podemos llenar las baldosas de chicles y peor aún es que algunos se dedican a ensuciar las paredes de los edificios con esprays, y hay incluso quien, con una cuchilla, rasca en las columnas o las paredes de los pasillos en los hospitales, puertas, o escaleras, y escribe bobadas en las puertas interiores de los wáteres.

Hubo un tiempo que en España las casas tenían portero, y éste barría cada día el pedazo de acera correspondiente, ayudando a los barrenderos. Hoy esa imagen parece surrealista, pero aun así podemos colaborar en que se mantenga limpias no echando basuras fuera de los contenedores, o recogiendo las heces de nuestros animales de compañía.

Todos queremos aparcar con nuestro coche, pero a veces nos falta sitio donde hacerlo, y con frecuencia lo hacemos en doble fila. Sabemos que no es adecuado, pero nos autojustificamos. Otras incluso ocupamos aparcamiento reservados a los discapacitados. Algo parecido sucede cuando circulamos por zonas donde hay límite de velocidad, y nos lo saltamos alegremente, no respetamos pasos de peatones, la luz de los semáforos o circulamos mal en las rotondas. Tanto que los ayuntamientos han encontrado un modo de financiarse a través de grabar con cámaras a los que conducen excediendo la velocidad permitida.

Por ej., sabemos que debemos pagar impuestos para que la sociedad se mantenga, pero ¿lo hacemos todos? Y no me refiero solo a no hacer trampas en la declaración de la renta. Incluyo, pagar o admitir que nos paguen sin factura, o sin incluir el IVA. Puedo ir más lejos, e incluir compras en lo que llaman manteros, o descargarse libros o películas en el ordenador o e-book que no nos están permitidos.

Voy a ser más exigente; un buen ciudadano no tira comida a diario, calcula bien la que necesita y la que le sobra la entrega a otros que la precisan. De igual manera un buen ciudadano ilumina bien las habitaciones en las que se encuentra y utiliza el agua corriente que la sociedad en la que habita ha puesto a su disposición, pero no tiene sentido que, en un país como nuestro en el que generar luz eléctrica es tan costoso, se estén iluminando habitaciones vacías o que nuestros grifos estén derrochando agua que no utilizamos.

Para considerar a alguien buen ciudadano se le podría exigir que sea generoso con quien le pida ayuda; es más, sería conveniente en que su generosidad se extendiera a aquel que no pide pero que necesita. Pero, y también que quien lo haga, quien la pide, para ser buen ciudadano se precisa que sea sincero y honesto, y sólo lo hará cuando verdaderamente le sea preciso. No puede ser una argucia para vivir sin esforzarse ni trabajar.

Ser buen ciudadano supone cumplir con honestidad nuestro trabajo, valorar lo que para los demás repercute el que lo hagamos bien. Y aquí me refiero a cumplir horarios, ser amables y disponibles. Un paso mayor es ser honesto en no prevaricar, robar o estafar. Incluso no mentir.

En nuestra vida cotidiana la educación es una gran moneda, la tenemos que pedir y dar permanentemente, al subir el ascensor, cruzarnos con alguien la calle o al hacer cola en cualquier sitio. No vale llenar de toallas la primera fila de la playa, o colocar rebecas en los asientos del teatro o cine para reservarnos las butacas.

No le quepa duda de que disminuir la contaminación va a ser uno de nuestros mayores próximos empeños; ya ha visto cómo en determinadas ciudades no se puede circular por ciertas zonas a una velocidad alta o incluso aparcar en ellas. En otras se nos exige llevar una vestimenta apropiada, no circular semidesnudos, o en slip. A mí puede parecerme excesivo, pero son normas de convivencia que nos hemos dado. También lo es no participar en peleas o generar griteríos o ruidos que dificulten la tranquilidad o el dormir de los demás.

La exigencia puede ser mayor, tendremos que ayudar a las mujeres que son agredidas o los vagabundos que estando en portales o calles sufren violencia por parte de los que los odian. Colaboraremos con los servicios de orden público para facilitar que lo mantengan. Aceptemos la expresión pública, eso sí, pacífica, de los que quieren expresar sus ideas políticas, o su apoyo a clubes deportivos. Pero ellos deben hacerlo, igualmente, de forma respetuosa.

Otro rasgo que definiría al buen ciudadano sería el que usara la amabilidad de forma permanente en su relación con los demás. Al comprar, al vender, al subir o bajar en el ascensor, al cruzar la calle, etc...

Puede que ser buen ciuda¿Es un buen ciudadano? ¿Está dispuesto a ser mejor? No lo dude, si lo intenta lo conseguirá. Si lo piensa lo exigible a un buen ciudadano no se aleja de lo preciso para ser buena persona.

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