-Pues te confieso que me he pasado la semana en ascuas. Cuéntame, como diría Inmanol Arias.
-Te decía que estoy realmente preocupado de que los humanos hayan barrido de un plumazo todas las ideas utópicas que han atesorado a lo largo de los siglos, y lo hayan sustituido todo por un individualismo materialista salvaje.
-¿Eso que dicen los jóvenes de «lo quiero todo y lo quiero ya»?
„Sí, y el asunto de la corrupción, y el de aquellas empresas que solo se preocupan de sus beneficios y el de profesionales que solo aspiran a llenar sus cuentas corrientes, y el de los banqueros que se autoasignan premios millonarios de jubilación y el de los políticos que meten la mano en la caja y el de los€
-Para, para, Pa. Me hago una idea. Pero eso ha existido siempre.
-Quizá. Pero antes€ ¿cómo decirte? La gente se sujetaba más. Estábamos nosotros con nuestros castigos. Y la ética y la moral, que ahora parecen antiguallas decimonónicas. No sé, yo creo que los humanos necesitan ciertos contrapesos a sus querencias naturales.
-¿Te refieres al núcleo cerebral codicius, ese que se nos coló en el proceso de fabricación?
-A ese y al núcleo trincamen, el que se expresa en los políticos. Y ahora se están viendo las consecuencias de una zona de corteza cerebral llamada «Área de imagino una vida de Falcon Crest y si no la obtengo me frustro».
-¿Quieres decir que los humanos han perdido el gusto por los intangibles?
-Bueno, JC€ es una manera de verlo. Pero sí, yo diría que todo lo que las tradiciones han ido macerando a lo largo de los siglos, las enseñanzas nuestras y de nuestra competencia y hasta las buenas intenciones de muchos humanos se han ido por el sumidero de la historia desplazadas por el «mi dios es un iPhone de última generación y por conseguirlo hago lo que sea».
-¿Entonces, de lo que yo dije allá abajo hace veintiún siglos€?
-Bueno€ te recuerdan, sí€ aquello de amaos los unos a los otros, el asunto del perdón de los pecados, el nuevo estilo de un dios misericordioso, tan diferente a mi propia personalidad€ pero se está convirtiendo en eso, un recuerdo, una antigualla, algo pasado de moda, que no puede resistir el impacto de un twit bien redactado.
-Pero€
-Lo sé, lo sé€ También han olvidado a Ghandi, y a Martin L. King, y a sor Teresa de Calcuta€ ¡antiguallas! Como te decía, las utopías están arrinconadas.
-¿Qué podemos hacer?
-Pues, francamente, JC. Lo he estado pensando. Se me ha ocurrido un tema que dio buen resultado hace tiempo€
-No, Pa. ¡El diluvio no!
-Pues tú me dirás. Porque la perspectiva no es halagüeña. He hecho recuento de líderes humanos y me salen Trump, Putin, Maduro y Rajoy.
-¡Por ti!
-Y con esos no vamos ni a misa.
-Cierto. ¿Pero entonces€?
-No hay otra, JC. Has de volver.
-¿A que me crucifiquen otra vez?
-Depende.
-¿De€ pen... de?
-Esta vez no cometeremos los mismos errores. Verás: Te he preparado una identidad que te mantendrá a salvo a la vez que te aportará una súper influencia.
-Te conozco Pa, te tengo miedo€
-Los humanos ya no crucifican, ahora solo masacran en las redes sociales y en los telediarios. Y para que tengas verdadera influencia he pensado enviarte con un pan bajo el brazo.
-¿Un pan?
-Bueno, con un invento que te permita difundir tu mensaje e influir hasta en el último de los humanos.
-No te comprendo, Pa.
-Ya lo comprenderás, JC. Bajarás a la Tierra a reconquistarla con una nueva identidad y un nuevo nombre. Te llamarás Youtube, ¡señor Youtube!