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Hola, soy Dios

San Gabriel

-Pasa Gabriel.-Es que estoy un poco asustado.-No tengas miedo, pequeño. Aquí nadie puede hacerte daño.-¿Está aquí mi mamá?

San Gabriel vicent ivars

-No, hijo. Pero vendrá? dentro de algún tiempo, a estar contigo.

-¿Y mi papá?

-Tampoco. Él llegará un poco antes. Pero mientras tanto vas a vivir con nosotros y con muchísima gente que hay aquí dentro, y que irás conociendo.

-¿No estará Ana Julia?

-No, pequeño, no te preocupes. Ella no vendrá. Y nunca te podrá volver a hacer daño.

-En realidad nadie te hará daño nunca más, Gabriel.

-Gracias. Ustedes me resultan familiares.

-Seguramente porque nos has visto en tus libros.

-¿En los de Cono?

-¿Cono?

-Sí; Conocimiento del Medio.

-¿No? No creo. Seguramente en los de Religión.

-Es que en mi cole no damos Religión. Damos una cosa que se llama Ciudadanía.

-Pues quizá allí nos hayas visto. Porque nuestro mensaje no es exclusivo de una asignatura.

-¿Su mensaje? La verdad es que me suena su cara y el triángulo de ese señor tan mayor, y esa barba blanca tan graciosa.

-A mi padre le habían dicho de todo, pero barba blanca graciosa creo que es la primera vez.

-Sí, te decía Gabriel que nuestro mensaje es de amor entre los hombres.

-Y las mujeres, Pa, que ahora allá abajo te tachan de ultra si se te olvida repetir cada palabra con su correspondiente palabro.

-Pues eso, amor entre hombres y hombras. Y justicia, e igualdad.

-Pues yo no he visto mucho amor allá abajo, señor Pa. Y no comprendo qué me ha pasado.

-Lo entiendo hijo. Verás, en realidad has sido víctima de una enferma. La señora de la que no quiero mencionar el nombre no estaba bien de la cabeza, tiene una, digamos, enfermedad mental.

-¿Y si está enferma y es tan peligrosa, por qué ustedes que lo pueden todo no ha evitado que me haga daño?

-Es más complicado de lo que parece, Gabriel. Nosotros tuvimos que optar, y hace mucho, mucho tiempo, lo hicimos por la libertad. Los humanos son libres de actuar como quieran. Nosotros no los dirigimos como si fueran marionetas.

-Aunque eso que dice mi padre no es del todo así, Gabriel. La señora esa está enferma y no es libre. Tus padres tuvieron una educación y unas vivencias, y actúan según ellas, que coartan su libertad.

-Pues ya que nadie es libre, ¿no sería mejor que ustedes mandaran sobre los humanos? ¿No serían más felices?

-En realidad no, Gabriel. Los humanos necesitan sentirse protagonistas de su propia vida, aunque solo lo sean remotamente. Pensar que toman sus decisiones desde su independencia, que llevan las riendas de su destino. Solo cuando sucede una tragedia se dan cuenta que la resultante de prejuicios, trastornos mentales y malas experiencias puede llegar a ser un coctel letal, de terribles consecuencias.

-Entonces, ¿hasta qué punto se es culpable de atrocidades como la mía?

-Es una buena pregunta. Nosotros hablamos frecuentemente de fallos de diseño en los humanos, de vez en cuando sale uno defectuoso, aunque por fuera parezca impecable. Y hasta que los humanos no descubran los mecanismos de esas patologías mentales no hay nada que se pueda hacer sobre eso.

-¿Entonces es inevitable que se repitan sucesos como el mío o las matanzas de escolares en EEUU?

-Me temo que sí, Gabriel.

-¿No podemos hacer nada?

-Mientras haya humanos, hijo, habrá alguno defectuoso, de momento solo nos queda intentar identificarlos para evitar que reincidan.

-Y educarlos de la mejor manera posible. Si evitamos la violencia infantil, los abusos en esa época de la vida, evitaríamos muchas consecuencias malignas. Y si les dotamos de valores solidos y humanistas, minimizaremos los riesgos.

-¿Sabe una cosa, señor Pa?

-La sé, hijo, pero creo que me la vas a decir tú.

-Que yo perdono a esa señora. Es una enferma, pero solo les pido a los humanos que impidan que vuelva a hacer algo como lo que me ha hecho a mí.

-No todo es malo, hijo. Al menos en la Tierra existen personas que encarnan la nobleza, como tu familia y tú mismo, que eres un ángel.

-No Pa. Este angelito desde este momento es un santo, ¡San Gabriel!

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