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¿Cómo somos los españoles?

En esa línea me atrevo a indagar en cuáles son los aspectos que nos caracterizan a los españoles, que se han presentado de forma repetida en nuestra historia o que configuran nuestra sociedad

¿Cómo somos los españoles? Rafa Arjones

En esa línea me atrevo a indagar en cuáles son los aspectos que nos caracterizan a los españoles, que se han presentado de forma repetida en nuestra historia o que configuran nuestra sociedad y que hacen que los ciudadanos de otros países, los que llamamos extranjeros, nos identifiquen como españoles. Empiezo: somos disfrutones, sabemos sacar lo bueno de las circustancias, y ello no nos exige ser ricos, podemos disfrutar con una cerveza y un amigo, conversando. También es verdad que las mesas nos proporcionan muchos momentos de disfrute; puede que ello sea menos en la sobria Castilla.

Somos desordenados. Se dice que bastan dos ingleses para que, colocados uno detrás de otro, hagan fila.

Sin duda somos gritones, ruidosos. Bastan unos pocos en un local para que lo llenemos de nuestras voces. Parece que si no lo hacemos en voz alta no nos comunicamos. Un comentario jocoso que oí era que su causa estaba en que, en general, los políticos y el Estado no nos escuchan. Ello se complementa con el hecho de que somos parlanchines, muy habladores, más que escuchadores. Ningún tema nos está prohibido, incluso el sexo.

Otro rasgo sería que somos próximos, y nuestras relaciones, cálidas. No estrujamos, abrazamos y besamos, todo muy amistosamente. Podemos estar de charleta una hora, intercambiar temas íntimos, y a veces lo hacemos con personas de las que desconocemos el nombre. En esa línea somos amables e incluso cordiales.

Somos atrevidos u osados; no me atrevo a decir valientes, que ya sabe que son aquellos que no es que no tengan miedo, sino que lo superan y actúan. Fuimos capaces de echarnos al mar en frágiles carabelas y llegar a descubrir lo que se llamó el nuevo mundo, y en otro ejemplo, los cartageneros fueron capaces de declarar la guerra a toda España.

Es curioso porque la mujer española tradicional era muy limpia; enjabonaba y fregaba más que ninguna otra en el mundo, pero en paralelo los españoles tiramos al suelo colillas, papeles o residuos de lo que sea. El suelo de las tabernas o bares es un buen ejemplo. Eso nos lo critican otros; por ejemplo, los ingleses, pero a los cuatro días de estar aquí hacen lo mismo.

Estimo que el español es generoso, y no me limito al éxito que tiene nuestro país en donación de órganos, sino en el día a día.

A mi juicio somos pícaros o tramposos; tenemos tradición en este terreno. Recuerde a Rinconete y Cortadillo, el Lazarillo de Tormes o el Buscón. Se podía justificar porque en aquella época el señor era un tirano y para sortearle la pillería era obligada; ahora mantenemos el hábito y pagar facturas sin iva, comprar en manteros o defraudar a Hacienda son rutinas.

Hemos avanzado bastante en el terreno de la tolerancia; no sé sí porque hace siglos convivieron judíos, árabes y cristianos. Lo cierto es que nos visitan ahora hasta 80 millones de turistas, que se sienten cómodos, y nosotros convivimos bien con gays o lesbianas, algunos han colonizado las televisiones o la moda. Incluso otro rasgo que nos define es ser religiosos, de los países que puntúan más alto en Europa. He dicho religiosos más que católicos, pues procesionamos imágenes, pintamos o esculpimos vírgenes o santos, pero podemos disfrazarnos de moros para salir en las filaes, o caminar sobre brasas. Ello implica que somos tradicionales, aunque no de la falange.

Somos muy autocríticos, la imagen que tenemos de nosotros mismos no es buena o cuanto menos es mejorable. Ya sabe que el ciudadano de un país trataba de escala por un poste, y si sus convecinos eran alemanes le empujaban desde abajo para que subiera, si eran franceses le aplaudían, si eran ingleses miraban en gran silencio, y si eran españoles tiraban de él hacia abajo.

Podía plantear que somos comilones. Hasta hace poco hacíamos desayuno, comida, merienda y cena, que dos platos y un postre, seguido de café. Aquí hablamos del almorsaret y ha surgido el tardeo.

Todo eso se ve favorecido porque somos vividores y alegres. El humor forma parte de nuestra dieta, aunque es distinto según las zonas. En Galicia es irónico y el valencianos es más tosco, de mierda, pedo o culo.

Sin duda hemos sido creativos en el mundo del arte. Hemos parido excelentes pintores y escultores, o constructores de castillos e iglesias, puentes, jardines. Nuestro papel en la ciencia y la técnica es más pobre.

Hemos sido cuna de grandes escritores, menos de grandes lectores. Y también músicos, aunque quizá no a la altura de Alemania, Italia o Austria. Hemos creado instrumentos propios como las castañuelas o la pandereta. Y las bandas llenan nuestros pueblos, al igual que los bailes, aunque quizá no somos bailones.

En general somos gente sencilla, más antes que vivíamos en zonas rurales. Ahora el consumismo y las modas lo han cambiado todo.

De igual manera no creo que seamos grandes deportistas, pues tendemos al sedentarismo, y el deporte que mejor practicamos es el sillón ball, pero sí que nos gusta ver deporte, ser hinchas y a veces expresarlo. Lo que no limita que tengamos muy buenos atletas, hombres y mujeres y en muchos terrenos.

Somos longevos, de los humanos que más tiempo viven y que lo hacen con más calidad de vida. Nos fabrican con buenos ingredientes.

Somos familiares, en el sentido de que formamos piña con nuestros parientes y, aunque ahora ya no recemos unidos, permanecemos unidos. Los abuelos se ocupan de sus nietos, y los hijos mayores de sus padres ancianos, aunque esa vela se va consumiendo.

Podría decir que somos aceiteros, lo consumimos mucho y especialmente el de oliva, ingrediente clave de la dieta mediterránea, y también salados, que no significa que seamos graciosos, sino que consumimos mucha sal, de los que más de Europa.

En el amor, aunque tenemos donjuanes, son pocos y no somos ligones. Y respecto a la talla, ni somos altos ni bajos, ni blancos ni negros, aunque nuestro pelo no suele ser rubio ni pelirrojo.

Nos gusta el vino, pero bebemos más cerveza, y en ese terreno o en el de las bebidas de alto grado nos ganan los ingleses, alemanes o rusos.

Somos acomodaticios, nos gusta estar en nuestra zona de confort, y por ello nos adaptamos.

En el reparto de curiosidad, capacidad de emprender o de cotilleo nos ha tocado lo justo, y nuestra sociedad no nos facilita el derroche, y aunque está de moda la violencia machista, que cada vez es más visible aquí, nos ganan por ejemplo los suecos.

Podría decir que somos emigrantes, repoblamos América, luego centro Europa, y ahora nuestros jóvenes emigran en busca de trabajo. También somos, aunque Ud. no se sienta, y hemos creado una sociedad machista. Incluso en nuestro territorio decimos que mueven más dos tetas que dos carretas, y tiene más fuerza pelo de figa que maroma de barco.

Acepta que lo de hoy es simplificar demasiado, pero he disfrutado mirando a mis convecinos en el espejo, y sin duda yo también estaba allí.

Dijo el canciller alemán Otto Von Bismarck que somos fuertes porque llevamos muchísimos años tratando de destruir el país. Yo diría que no lo somos porque no lo hemos conseguido, pero sí somos constantes porque no dejamos de intentarlo.

Nuestro gran Pío Baroja describió los siete rasgos de los españoles: 1) los que no saben; 2) los que no quieren saber; 3) los que odian el saber; 4) los que sufren por no saber; 5) los que aparentan que saben; 6) los que triunfan sin saber, y 7) los que viven gracias a que los demás no saben. Estos últimos se llaman a sí mismos «políticos» y a veces hasta «intelectuales».

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