Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Hola, soy Dios

La codicia

-¿Sabes a quién han metido en la cárcel, Pa?-¿En prisión?¿Al conde de Montecristo?¿A Moisés? ¿A Amilcar Barca?

-Pa estamos en el siglo XXI. Esos están todos aquí arriba desde hace mucho.

-Ay, hijo. Es que para mí es como si fuera ayer Total, unas decenas de siglos arriba o abajo ¿Pero de dónde me estás hablando.

-A ver, Pa. Centrémonos. La Tierra, España, Cataluña, Barcelona, El Palau...

-¡Por mí! ¡No me libro de esa pesadilla ni despierto!

-Pa, comprendo que España representa un leve dolor de muelas. Pero es que los pobres están pasando una mala época.

-¿Mala época, dices ¡Así llevan trescientos siglos!

-No es para tanto, Pa. En realidad es que tienen mala suerte con sus políticos. Porque los españoles son gente fantástica.

-Debe ser eso, sí pésima suerte con sus políticos Por cierto, ¿es a uno de ellos al que han metido en prisión

-Casi. Se trata de un tal Félix Millet.

-¿El tipo que saqueó el Palau de Barcelona?

-Sactamente, Pa. El mismo.

Un auténtico ¡sujeto!

Así es. Resulta que el elemento arrambló con la mesa y los manteles del Palau. Parece ser que metía la mano hasta en las alcantarillas. Pero lo interesante del individuo es una anécdota que le define.

Cuéntame, como diría Inmanol Arias.

Resulta que se casa su hija. Y el tipo le cobra a su consuegro la mitad de los gastos de la boda cuando había cargado la totalidad de la factura 81.000 euros nada menos a la Fundación Orfeó Català i Palau de la Música de Barcelona, del que el propio era director y fundador.

¡Qué fenómeno! Casa a su hija gratis y gana 40.000 macarenos. Ese tipo es un lince. Deberíamos emplearlo en contabilidad celestial.

Pues no tardará mucho en subir por aquí, si lo dejan salir de la trena allá abajo, claro. Pero lo que me preguntaba yo, a raíz de un espécimen como este, es qué hemos hecho mal, Pa.

Comprendo, JC. Yo le he dado muchas vueltas. Pero lo cierto es que en algún momento de la cadena de diseño de los humanos se nos coló un gazapo.

Eso es indudable: codicia, le llamaría yo.

Sí, seguramente. Es una especie de perversión que hace que algunos humanos que tiene más que suficiente para vivir, ellos y sus biznietos, sigan queriendo más y más riquezas.

Sí, Pa. Alguien dijo que la codicia es como el agua salada, que cuanto más se bebe más sed da.

Bien traído, hijo. Sí. Pero no acabo de ver la diferencia con la avaricia.

Sencillo: los avaros atesoran y guardan. El codicioso gasta, e incluso puede compartir el parné.

O sea que no es malo ser amigo de un codicioso, pero sí de un avaro.

Sactamente, Pa. Hay codiciosos que llevan legión de seguidores y parásitos varios en torno a ellos.

¿Pero esto no es una cosa de ahora, verdad, JC

¡Claro que no! Ya eran codiciosos los judíos aquellos que montaron el sarao del becerro de oro. Y los mercaderes del templo que yo tuve que sacar a latigazos. Pero parece que va a más, Pa. Hubo un tal duque de Lerma, en tiempos del rey Felipe III de España, que hizo trasladar la corte de Madrid a Valladolid para dar un pelotazo inmobiliario.

¿Pelotazo inmobiliario en el siglo XVII

Así fue: el tal Lerma compró terrenos y viviendas baratas en Valladolid, que luego revendió a los funcionarios y cortesanos que se vieron obligados a trasladarse a la nueva capital.

En eso los políticos españoles han evolucionado ¡a mucho peor!

Cierto, ahora son «Corruption´s masters of the Universe».

Es que la codicia es muy perversa, hijo. Ha sido causa de guerras, de corrupción, traiciones y delitos, estafas, robos, asesinatos y mentiras. El codicioso casi siempre se beneficia a costa del resto de la población. Y está en el origen de las grandes burbujas económicas, desde la Gran Depresión de 1929 hasta la megacrisis del 2007.

¿Cómo es eso?

Porque esas burbujas surgen cuando los precios suben por encima del valor real de las cosas y cuando la codicia hace que se genere especulación, el brazo ejecutor de la codicia.

Pero también es cierto que la codicia ha sido considerada como motor de desarrollo, pues puede promover la economía al motivar a la gente para crear nuevas empresas, lo que a su vez genera riqueza, empleo y bienestar.

Puede pero otra cosa son sus efectos colaterales: los codiciosos son detestados en su entorno y socialmente rechazados.

Así suele ser, sí. Aunque los humanos van averiguando poco a poco las causas de la codicia. El cerebro del codicioso funciona de manera diferente al de las personas normales: tiene menos capacidad en la corteza prefrontal que es la zona implicada en el razonamiento para disminuir la gratificación de ganar más dinero. Y además los codiciosos padecen una perturbación mental que anula su capacidad para percibir el riesgo o para ver las necesidades de los demás.

Pero quizá la codicia haya sido una evolución de los antepasados humanos, como una forma de adaptación cuando el entorno es pobre en recursos. Si uno tiene mucho se preocupa menos por el futuro que si tiene poco. Un sentimiento, de hormiga más que de cigarra.

Puede, JC, pero el peligro está sobre todo en la gente corriente, que pueden ser víctimas de la codicia arriesgándose a invertir sus ahorros en loterías o activos financieros, para multiplicarlos con rapidez y con mucho menos esfuerzo del que les costó conseguirlos.

¿Y qué remedio hay para la codicia, Pa?

Pues uno de ellos es la denuncia pública, porque la vergüenza puede ayudar a que la gente sensata se contenga. Y, como en casi todo, el gran remedio es la Educación. Un buen sistema educativo debería enseñar a los jóvenes las consecuencias de la codicia, contraponiéndola a los

Me das miedo, Pa.

Quizá vamos a generar una pandemia humana casi letal.

¿Letal ¿Algún virus mortífero

Así es el «Virus Honestitas». Y empezaremos por los políticos españoles. ¡Llama a Mariano!

¡Ave María Purísima!

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats