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Retratos urbanos

La taquillera del Teatro Principal

«Feli» lleva 26 años en la ventanilla del Teatro Principal. No pudo cumplir su sueño de ser policía. Ya vendía billetes por teléfono antes de la llegada de internet

Felicidad Sánchez Rodríguez.

Llegó a Alicante con tres añitos desde Granada, junto a sus padres y un hermano once meses menor que ella. La familia de Felicidad Sánchez Rodríguez, «Feli», se estableció en «Mil Viviendas», una barriada recién construida para acoger a la incesante inmigración de la época y que, dos décadas más tarde, se encontraba en una situación deplorable e insostenible. La familia pronto cambió de casa y de barrio: se mudó cerca de la plaza de toros. La arribada de los Sánchez estuvo motivado por una enfermedad en los huesos que afectaba a su madre. Los médicos le aconsejaron cambiar de aires. El padre, funcionario del Cuerpo Nacional de Policía con destino en Granada, pidió en traslado a Alicante. Vientos de Sierra Nevada frente a la húmeda brisa del mar.

«Feli» estudió en colegios de monjas: primero en el colegio Santísimo Sacramento de las Adoratrices, inaugurado en 1961; más tarde en Las Carmelitas, centro entonces ubicado en la calle Las Navas. Buena estudiante, «Feli» se hizo bachiller en el Figueras Pacheco.

Quiso ser policía secreta, pero no superó las pruebas. Estamos a mediados de los años setenta. «Feli» encontró trabajo como taquillera en salas de proyección cinematográfica. Entre sus dedos han pasado billetes para millones de personas. Trabajó en los cines Avenida, Monumental y Casablanca, siempre detrás del cristal. Era el «boom» del séptimo arte. Recuerda «Feli» que en sus inicios el coste del acceso era de peseta y media. Todavía recuerda los éxitos de público en películas como «Superman», con Christopher D'Olier Reeve, o «Mad Max» protagonizada por Mel Gibson, que renovaron cartel varios meses.

Tras su aventura en la cinematografía, la mujer, ya casada con José Miguel, un auditor de empresas fallecido hace una década, trabajó como administradora en una franquicia de clínicas de estética que abrió sedes en Alicante, Elche y Elda. Acabó en las listas de desempleo. Días después, una excompañera del cine Casablanca la avisó de que en el Teatro Principal, recién reformado, necesitaban una vendedora. Estamos en 1991. Habló con el entonces director, Luis de Castro, y la contrató para vender entradas para un aforo de 960 localidades de patio, plateas, anfiteatro o palcos.

Ahí sigue Felicidad, detrás del cristal 26 años después, en su lucha contra sofisticadas técnicas de venta online. Ella fue la primera taquillera de Alicante que cerró tratos por teléfono. Mantiene relación comercial con clientes habituales. La ventanilla de «Feli» sigue abierta, excepto los lunes, que cierra a cal y canto. Por las mañanas de 12 a 14 horas y por la tarde de 17 a 21 horas. O hasta que la función empiece. La taquillera del Teatro Principal, desde su reducida ventanilla, jamás ha mantenido contacto alguno con actores, actrices o músicos que se han puesto en la escena de un viejo teatro que ha cumplido 170 primaveras.

Lo más importante es el púbico.

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