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CHARLATANES (Y ii)

-A ver, Paco. Estábamos hablando JC y yo de terapias alternativas...

-Está bien eso de los coches eléctricos. Porque como sigáis con la gasolina la atmósfera os dura diez minutos. Por cierto, apéame el tratamiento que no acabamos nunca.

-Eso habrá que decírselo al señor Trump, que dice que lo del cambio climático son monsergas de rojos. Gracias, señor Pa.

-Monsergas probablemente. ¿De rojo? Quizá. Pero que la Tierra se calienta como las pistolas del coyote es una evidencia mayor que el desvarío de Puigdemont.

-¿Usted también leía al coyote, señor Pa?

-Bueno, Paco, al grano. A ver, preséntanos ese informe acerca de las terapias alternativas que te pedimos.

-De inmediato, señor Pa. Pues verán ustedes, en la Tierra han florecido las llamadas terapias alternativas o complementarias que no tienen demostrada su eficacia. Esto es una manera de decirlo, en realidad son más falsas que Judas, ustedes comprenden bien ese ejemplo, ¿verdad?

-Te comprendemos, Paco, pero no reincidas en la herida, aún está reciente, solo han transcurrido veintiún siglos.

-Perdone, señor JC, perdone mi inoportunidad.

-Prosigue Paco, son cositas de JC, sin acritud.

-Pues estas terapias básicamente venden una ilusión, de algo sobre lo que no tienen control.

-Un ejemplo nos ayudaría.

-Vamos a ello: la Nueva Medicina Germánica, inventada por un tal doctor Hamer, al que, por cierto, las autoridades de su país le impidieron ejercer. Esta corriente plantea que son los conflictos emocionales los que causan el cáncer y que son esos los que hay que solucionar para conseguir la curación.

-¡Toma ya!

-Lo peor de todo es cuando llegan los familiares o amigos y le dicen al enfermo: «¿Qué vas a perder? Esto no te hará daño, no tengas la mente cerrada».

-Y seguro que lo hacen con la mejor de las intenciones.

-Seguro. Cuando hay enfermedades graves los entornos se debilitan mucho, y por eso es más despreciable que haya gente que quiera hacer caja gracias a la ignorancia o al dolor ajeno. En la mayoría de los casos, la medicina alternativa da falsas esperanzas de unos resultados que no existen, que no están demostrados y que es altamente improbable que puedan suceder, y eso establece un nivel de estafa, de mentira.

-Es muy preocupante, JC. Hay que hacer algo.

-Miren ustedes suprasantidades, en las televisiones del mundo entero hay charlatanes vendiendo lejía para curar el cáncer de vejiga, el HIV o las liendres. Los hay detrás de cada farola, abundan como los chinches. Pero el problema es que la gente cree en ellos, y esa confianza no siempre depende del nivel cultural, en contra de lo que podríamos creer. Los curanderos, por ejemplo, en España abundan, aunque ahora se disfracen de otras cosas, como amantes de la naturaleza. Hay gente que trata tumores con técnicas como la bioneuroemoción, relacionando la existencia del tumor con conflictos personales o sentimentales y recomendando a la gente cosas tan sorprendentes como que te separes de tu marido para curarte un cáncer de mama. Y existen páginas web en las que se venden unas plantas como alternativa a la quimioterapia.

-Vaya, ¡Qué cosas os ocurren a los humanos!

-Sí, señor Pa. Y esa gente va por la calle, no se oculta, tiene webs, páginas de Facebook y facturan millones de euros al año con todo esto.

-¿Y qué podemos hacer? ¿Envío a la tierra un rayo exterminador de charlatanes?

-No funcionaría, señor Pa, saldrían otros nuevos. Tenemos que parar a los charlatanes, informar correctamente a la población y ser conscientes de que todos los humanos, en algún momento de nuestras vidas, podemos ser susceptibles de caer en una engañifa de esta calaña. Y es ahí donde tienen que actuar las autoridades sanitarias, como determina la legislación.

„En otras palabras, que se caiga sobre esa chusma el cielo.

„Esa es mi opinión, también. „Como en casi todo, JC, como en casi todo. -Sí, Pa. Sencillo:

E„D„U„C„A„C„I„Ó„N.

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