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Semana y media Semana y media

El «enigma Iceta»

No es fácil seguir los procesos mentales de Puigdemont. Hasta ayer, sabíamos que había convocado un referéndum por la independencia de Cataluña

El «enigma Iceta»

27 lunesVOX POPULI

No es fácil seguir los procesos mentales de Puigdemont. Hasta ayer, sabíamos que había convocado un referéndum por la independencia de Cataluña; hoy, que pretende organizar otro para abandonar la UE, «un club de países decadentes» según declaró el sábado a un periodista israelí que debió de sentirse como el Muro de las Lamentaciones durante el «sabbat». Podríamos deducir que Puigdemont ha transitado del disolvente «mi mundo no es de este reino» a un apocalíptico «mi república no es de este planeta» jaleado internacionalmente por el ultranacionalismo y el movimiento antisistema. Y por dos millones de catalanes que las encuestas asignan a las candidaturas independentistas. Esta adhesión no puede tener causas racionales (la independencia siempre fue imposible y las secuelas económicas y sociales del «procés» descartan cualquier consecuencia favorable) y plantea la enojosa certeza de que dos millones de personas apoyan el delirio de una cofradía mesiánica. Creo que fue Hauriou quien justificó la democracia representativa con el argumento de que la mayoría de ciudadanos no está capacitada para gestionar la creciente complejidad de los asuntos públicos, pero suele elegir con sagacidad a quienes pueden hacerlo. Silencio valorativo.

28 martesCAMARADA ALBERTO

Adriana Lastra, presentada con dudosa lógica como «la número dos de Pedro Sánchez» (¿Sánchez es entonces «el número uno» de Sánchez?), incurrió ayer en uno de esos gazapos cuya rectificación apresurada empeora sus efectos. El desliz consistió en comparar a Albert Rivera con José Antonio Primo de Rivera y aclarar más tarde que en realidad estaba pensando en José María Aznar. Lo único que quedó claro del galimatías es que Lastra pretendía atacar a Rivera y no es difícil averiguar los motivos. Imagino una reunión del sanedrín socialista para analizar tendencias electorales. Se detecta el empuje de Ciudadanos que araña votos centristas al PSOE y la eminencia demoscópica del cónclave concluye que «hay que dar caña a Rivera». A continuación se desata un concurso de ingenio entre los portavoces por hallar eslóganes impactantes que aúnen densidad irónica y comprensión parvularia. Pero esto requiere talento y lo habitual es un brochazo grueso como juguetear con el apellido «Rivera» cuando tres de cada cuatro votantes no saben quién fue José Antonio Primo de Rivera y el cuarto que sí lo sabe podría preguntarse entonces por qué pacta el PSOE andaluz con unos falangistas.

29 miércolesPIXELADOS

Como hace demasiado tiempo que espero un taxi de los llamados «servicios mínimos sociales» y creo que esto me restaría objetividad para comentar la huelga, recurro a Slobodan Praljak, un croata acusado de crímenes de guerra que se ha suicidado ingiriendo veneno mientras escuchaba la condena dictada por el Tribunal de La Haya. El incidente recuerda la muerte de Hermann Göring, el jerarca nazi que también ingirió veneno la víspera de ser ejecutado en Nuremberg. Göring sobornó a uno de los carceleros para que le hiciera llegar un neceser requisado en el que escondía una cápsula de cianuro. Poco después, los guardias escucharon un sonido gutural procedente de la celda y descubrieron el cuerpo convulsionándose sobre el jergón. Existe material fotográfico sobre el particular, aunque desde luego irrisorio frente a las muertes grabadas que son ya rutina como puede comprobar cualquier aficionado a «Youtube». El suicidio de generales y políticos es práctica añeja desde que Sansón demolió un templo; la revolución tecnológica sólo ha sustituido a intermediarios como David pintando el suicidio de Sócrates por un locutor que advierte sobre la crudeza de las imágenes.

30 juevesPÍFANOS Y TAMBORES

Estaba intentando despejar si la propuesta de Iceta de que el Estado condone la deuda catalana es un señuelo electoral, un intento de soborno o ambas cosas cuando ha comenzado enfrente de casa la fiesta de inauguración de una tienda de servicios por cable. En el escaparate han colocado una enorme pantalla que promociona sus productos con colores chillones mientras una exótica comparsa de tambores ameniza el piscolabis. Los fogonazos y el tam-tam invaden mi salón hasta convertirlo en una pista discotequera de baile, con el techo salpicado de motas fosforescentes que zigzaguean y los cristales de las ventanas tambaleándose al ritmo de los simpáticos percusionistas. En estas circunstancias es imposible desentrañar el «Enigma Iceta», otra muesca de la incertidumbre catalana, y hasta cierto punto me consuela que Bertín Osborne o Duran Lleida apoyen al candidato socialista con mayor énfasis que Susana Díaz o Ximo Puig. Una visión esperanzada es que todas las fiestas de inauguración terminan tarde o temprano; otra, estremecedora, que la pantalla forme parte del mobiliario comercial y los tambores sean un reclamo publicitario intermitente pero perdurable.

1 viernesEL SOL DE FLANDES

Resulta apropiada en estos momentos una frase de Vlacav Havel en Perturbar la paz, otra coincidencia: «Cualquiera que se tome a sí mismo demasiado en serio siempre corre el riesgo de parecer ridículo». El preventivo Junqueras calculó que interpretar el papel de mártir optimizaría las expectativas de Esquerra frente a la deserción de Puigdemont, pero sus treinta días de martirio sólo han servido para desalojarlo de la escena en favor de un expresidente fugado que anda atiborrándose de entrevistas incendiarias, sobremesas con anfitriones solidarios, peregrinaciones de alcaldes devotos y posados electorales desde su exilio de pachá. Junqueras ha comprendido que cambiar de escenario es una táctica más perspicaz que abandonarlo y por ello comparece ante el Tribunal Supremo para «acatar el 155» y reincorporarse al tumulto. No tengo claro qué significa «acatar el 155», pero sí que Junqueras no tiene la menor intención de hacerlo signifique lo que signifique. En esto también ha cobrado ventaja Puigdemont: ha evitado la humillación de una retirada mientras oposita a caudillo destronado.

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