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Ahorro de caudales

Así son las técnicas, sistemas y formas de pensar que han llevado a la provincia a ser un ejemplo mundial en conservación y gestión de recursos hídricos pese a la escasez permanente de agua

TONY SEVILLA

La sed también agudiza el ingenio. Las actividades más importantes de Alicante, una de las provincias más pobladas y pujantes económicamente del país, dependen en gran medida de un elemento que no posee y que siempre recibe como si fuera un regalo o compra como quien adquiere una joya: el agua.

Sin apenas lluvia, con reservas de acuíferos subterráneos al límite y cruzada por ríos de caudal insuficiente, la mitad sur de la provincia concentra el grueso de la agricultura y gran parte de la población y el turismo. Ha dependido tanto históricamente como en la actualidad de la solidaridad de otras regiones para disponer del agua que necesita para beber y regar a través del Trasvase Tajo-Segura. Por otro lado, el interior y la parte norte gozan de una meteorología más generosa, aunque muchas zonas del Vinalopó viven pendientes del estado de sus acuíferos y la intermitente recepción de aguas de la conexión Júcar-Vinalopó. Ambas desayunan estos días con noticias de sequía en el interior del país, con sus embalses por debajo del 50% y sin una sola nube en el cielo azul.

Mientras que en otros puntos del mundo y del país el agua es un activo con el que se cuenta siempre, Alicante ha aprendido a pelear por cada gota de líquido elemento que llega a sus acequias y tuberías: depuradoras y desaladoras obran milagrosas transformaciones de aguas residuales y salobres en una red pública cada día más eficiente mientras edificios, naves y cultivos privados han aprendido a producir lo mismo con cada vez menos agua. Hay una potencia mundial en la gestión de la escasez hídrica, Israel, pero algunos expertos creen que Alicante no le va muy a la zaga. «Nos podemos comparar perfectamente con ellos», asegura Alberto Garrido, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín. Así ha conseguido esta provincia convertirse en una referencia de gestión de recursos hídricos.

Agua con varias vidas

Quienes han sobrevivido a la crisis del textil en la comarca de l'Alcoià y el Comtat han revisado profundamente sus procedimientos para seguir siendo competitivos. Dentro del llamado «ramo del agua» de esta industria se encuentra el sector del estampado, una especialidad que siempre ha consumido grandes cantidades de agua blanca -apta para consumo humano- durante el lavado de las telas para retirar impurezas antes de aplicar el tinte. Un grupo de empresas se ha propuesto cambiar el patrón mediante la reutilización de aguas contaminadas que ya realiza con éxito un fabricante de Muro de Alcoy con la colaboración de la Entidad de Saneamiento de Aguas Residuales (EPSAR) de la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural a través de la depuradora municipal.

«Puedo decir que somos pioneros en España en esto. Estamos recuperando para la limpieza de telas el 70% de lo que vertemos al alcantarillado», apunta por teléfono Rafael Torregrosa, gerente de Colorprint. Hace cuatro años se le ocurrió que podría sacar ventaja de la ley que desde 2002 obliga a su industria a descontaminar el agua usada antes de trasvasarla a la depuradora municipal: pensó que si salía lo bastante limpia como para verterse a un cauce natural, también serviría para desbastar sus telas. Sólo había que conectar de vuelta la estación depuradora de aguas residuales municipal (EDAR) de Font de la Pedra con las instalaciones de su empresa y tratar un poco más ese agua regenerada.

Desde 2013, este fabricante complementa el aporte de aguas blancas que recibe del acuífero de Mariola con efluentes depurados por la estación municipal. Este sistema permite salvar un 70% de su demanda de agua subterránea y recortar drásticamente el gasto en la factura: por cada metro cúbico (m3) de agua potable paga 0'80 céntimos, mientras que la que recibe depurada cuesta un 65% menos, 0,28 céntimos. «Antes gastaba un millón de litros de agua potable al día; ahora sólo 250.000», asegura el industrial de Muro.

Otras cinco compañías de su sector, además de un gran productor de cartonajes de la comarca -fábrica que demanda 836.000 m3 de agua potable al año para sus procesos, según el propio Torregrosa- aguardan en Cocentaina a que la depuradora municipal esté lista para poder copiar la idea.

La reutilización es el tema del momento en el textil alicantino. También Aitex, instituto tecnológico público vinculado a esta industria con sede en Alcoy, está desarrollando diferentes proyectos relacionados con la descontaminación de aguas y lodos y aumentar la eficiencia de los procesos.

Otras industrias, como la agroalimentaria han descubierto el potencial de la depuración privada: Helados Alacant, por ejemplo, reduce la cantidad de impurezas del agua que usa para fabricar sus productos y la recupera para diferentes fines: desde limpieza industrial hasta riego de parques y jardines gracias a un convenio con el Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig.

Entre las tres provincias de la Comunidad Valenciana se depuran anualmente 421 hm3 de agua, según datos de la EPSAR. Es una cantidad equivalente al máximo que pueden recibir los usuarios del Trasvase Tajo-Segura, fijado en 400 hm3 anuales. Sin embargo, la mayoría de los caudales regenerados son vertidos al mar (42%) o a ríos y otros cauces ambientales (27%).

Las depuradoras de la Generalitat descontaminan para uso ambiental o urbano «sólo» 128 hm3, dado que el número de plantas con capacidad para aplicar el tratamiento terciario -el nivel más alto de depuración- es limitado. Como apunta el director del Instituto Universitario del Agua de la UA, Joaquín Melgarejo, sólo las grandes instalaciones como la edar de Orgegia en Alicante o la de Rincón de León, en Benidorm, tienen capacidad para hacer aptas las aguas negras para limpieza urbana, industrial o riego de parques y jardines. Por esta razón, apuesta por ampliar la capacidad de las decenas de depuradoras en servicio de la provincia para desarrollar una red completa de aguas con tratamiento terciario que sin llegar a ser grises -doméstica y poco contaminada, como la procedente de la ducha- puedan servir para baldeo y riego de zonas verdes.

En la actualidad, la provincia reutiliza para diferentes usos prácticamente el mismo volumen anual que Valencia, 59 hm3 -medida cuya unidad equivale a un cubo de agua del tamaño de un campo de fútbol-.

El agua regenerada se usa con más intensidad en la Vega Baja y en la parte sur de la Costa Blanca. Gracias a ella se pueden regar campos de golf y parques y jardines pese a la prohibición de usar agua potable para este tipo de riego en tiempos de sequía como el actual.

«La depuración está muy bien, pero aunque tenga un tratamiento terciario no podemos usar ese agua para el brócoli, la alcachofa o la mandarina. Tampoco podemos usar la de la desaladora sin mezclar, porque tiene una concentración de boro que perjudica a los cítricos. Los agricultores necesitamos poder comprar agua, pero sobre todo necesitamos que llueva». José Antonio Andújar, presidente de la comunidad de regantes Riegos de Levante Margen Derecha del Segura y vicepresidente del Sindicato Central de Aguas de Acueducto Tajo-Segura (SCRATS), recalca que la tecnología que se ha puesto a disposición de los agricultores no genera agua con la calidad que exige el título de proveedor principal de frutas y hortalizas de Europa que ostenta la Vega Baja.

El campo y la ciudad

El campo alicantino sabe mejor que nadie lo que es depender de una materia prima que no se posee y ha llegado muy lejos en el desarrollo de técnicas de ahorro de agua. Sabe que debe aprender a rendir cada vez más con menos riego.

En Pilar de la Horadada, casi en la frontera administrativa con Murcia, la cooperativa Surinver trabaja sus 300 hectáreas de cultivos en invernadero y al aire libre. Hace tres años incorporaron un sistema de control de la humedad en tierra que optimiza el ya eficaz riego por goteo. Francisco Torró, responsable técnico de la cooperativa, calcula que la incorporación de estos detectores ha permitido reducir entre un 25 y un 30% el gasto de agua en las plantaciones de pimiento, sandía, maíz, apio y calabaza, cultivos que representan un 20% de su producción. «Combinamos esto con otras técnicas de cultivo con nutrientes que aceleran el crecimiento. Cuando mezclamos ambas medidas gastamos hasta un 35% menos de agua de riego», afirma Torró.

Así, Surinver ha recortado en 2.250 los 9.000 m3 anuales que hasta ahora necesitaban para regar sus invernaderos y reducido en 1.250 m3 el agua necesaria para mantener su producción al aire libre. El elevado coste de estos sistemas es lo que impide que los apliquen a toda la finca.

Más al norte y también cerca de la costa, el gigante agroalimentario Bonnysa va camino de convertirse en el paradigma de la gestión eficiente del agua. Todos sus invernaderos de Mutxamel y San Vicente del Raspeig canalizan el agua de lluvia hasta aljibes, procesan en su desalinizadora el agua que bombean de pozos salobres y multiplican la eficacia de las aguas blancas que usan en sus cultivos hidropónicos con fertilizantes y sistemas de medición que limitan al máximo el agua que necesitan para producir, según explica Rafael Alberola, director de Energía y Logística de la compañía.

En Alicante no sólo la agricultura está pendiente del cielo. Empresas de sectores menos relacionados con los recursos hídricos son conscientes de que en esta provincia el precio del agua puede llegara triplicar el de otros puntos de España -como muestra un reciente informe la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU)- y se esfuerzan por contener el gasto.

Actiu, fabricante de mobiliario de oficina con sede en Castalla, se adelantó varios años a las recomendaciones del Código Técnico de la Edificación de 2007: en 2008 culminaba la construcción de un parque tecnológico capaz de almacenar en su aljibe «agua equivalente a tres piscinas olímpicas», según Soledat Berbegal, responsable de comunicación. El código recogía que las nuevas construcciones incluyeran dos canalizaciones diferentes para separar la recogida de aguas pluviales y residuales en el alcantarillado urbano para poder reutilizar las primeras.

Una jornada de lluvia poderosa -150 litros por metro cuadrado-, permite, gracias a la red de canales que llevan el agua desde las cubiertas de los cinco edificios del parque tecnológico hasta el depósito de pluviales de esta empresa, poder limpiar sus centros de trabajo y regar gratis durante ocho meses -tienen más de 3.000 árboles-. «La recogida acumulada en lo que llevamos de 2017 es de 18.770 m3. Esto ha supuesto un ahorro económico de 32.280 euros que se tendrían que haber pagado si hubiésemos utilizado este agua de la red pública», sostiene Julio Vicent, responsable de Inmuebles y Optimización de Recursos de la compañía.

El ejemplo cala y cada vez son más los edificios públicos y privados que buscan cómo sacar partido de las gotas frías. Garzón, un fabricante ilicitano de calzado, ha incluido un depósito de función similar en el proyecto de su nueva sede, según explica el arquitecto y profesor de la Escuela Politécnica Superior de la UA Antonio Maciá. Y el director de Instituto del Agua encuentra dos infraestructuras en la ciudad de Alicante diseñadas con esta función de reciclaje: el depósito de descontaminación de San Gabriel y el parque inundable de La Marjal, que absorben las lluvias torrenciales y las conducen a dos depuradoras de la capital.

La ciudad de los rascacielos de la provincia y epicentro del turismo es también un caso de éxito en la gestión del agua. La secretaria general de la patronal hotelera Hosbec, Nuria Montes, informa de que el 20% de los hoteles de la ciudad dispone de depósito de aguas grises que se usan para tareas de limpieza y riego. Estas cámaras están incluso «compartimentadas» para «evitar que una posible fuga los vacíe».

Benidorm aprendió la lección tras una tremenda crisis de reputación a finales de los años 70 causada por la acción conjunta de la sequía y una mala planificación. Hoy, conectada a la red de la Mancomunidad de Canales del Taibilla de donde llega el agua de las desaladoras del sur y del propio trasvase Tajo-Segura, adapta la calidad del agua al uso que le va a dar. Muchas de sus piscinas se llenan con agua tratada procedente de pozos salobres, por lo que no compromete el abastecimiento por el baño recreativo. Esta calidad salva también a través de los lavapiés de playa 109.823 m3 de agua potable cada año.

La capital hotelera destaca también por trabajar medidas menos perceptibles pero muy eficaces para ahorrar agua como preguntar al cliente si realmente necesita cambiar de sábanas y toallas diariamente, instalar accesorios en grifería que permiten reducir el caudal con burbujas de aire y otros sistemas, como las calderas de producción inmediata de agua caliente para evitar la pérdida de esos litros que se escapan durante la espera.

Dos datos facilitados por Hidraqua, filial de la multinacional Suez que gestiona abastecimiento en diferentes puntos de la Comunidad, reflejan los logros de la red pero también el camino que queda por recorrer en reutilización:En Benidorm se suministra un 20% menos de agua que hace 20 años pese al incremento constante de población, pero se recupera sólo el 30% de las aguas residuales para uso «agrícola y urbano». Este porcentaje se eleva al 50,3% en la capital de la provincia y alcanza el 100% en Elda, Orihuela, Elche y Torrevieja.

Sin embargo en todas las grandes ciudades, la red de abastecimiento busca parecerse a la de Benidorm, donde el control de las canalizaciones mediante sensores permite hablar de una red eficaz y sin pérdidas al 99%, según destaca Melgarejo.

«La gestión de los recursos hídricos en la provincia es eficiente, pero necesitamos una verdadera gobernanza del agua que coordine todas las aguas de diferente origen de que disponemos de la manera más eficaz posible», apunta el investigador. Es una idea que comparte con el director del think tank de la Fundación Botín, quien invita a los usuarios de la provincia y del Sureste a pensar en el agua con apellidos: agua del trasvase mezclada con agua desalada para regar, agua de acuífero mezclada con desaladora para abastecimiento, aguas pluviales para uso urbano o aguas residuales regeneradas para riego y limpieza... «Algunos regantes usan ya hasta ocho tipos de agua diferentes dependiendo de qué uso le den», asegura Garrido, quien avala desde su observatorio que Alicante se ha ganado con ingenio y esfuerzo un puesto entre los mejores gestores de agua del mundo.

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