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Un golpista chusquero

Un golpista chusquero

30 lunes

Sala de máquinas

La amenaza de que Puigdemont aterrizara en el palco del Girona-Real Madrid de ayer sirve para ilustrar los brumosos días que se avecinan tras el 155. En rigor, Puigdemont merece la misma consideración protocolaria que cualquier otro cesante de rango; en gramática parda, su presencia hubiera recordado la célebre aparición de John Dillinger en el restaurante donde estaban cenando los agentes del FBI que le perseguían. Siendo exquisitos, es el cabecilla de un golpe de estado y sin duda hubiese usufructuado con desparpajo un partido retransmitido para Los Ángeles y Shangai. Pero el Girona desactivó la maniobra (descarten que fuese Puigdemont quien desistiera), probablemente porque la república catalana no juega la Champions mientras que la enemistad de los organismos deportivos podía comprometer el porvenir del club. Este sensato apego por el estatus es ampliable: prejubilar a Trapero, al director general de TV3 o a una política tan extraterrestre como Forcadell neutraliza riesgos menores; la incógnita es si funcionarios de libre designación, «mossos» sin galones, redactores de informativos o directores de instituto temen su descenso al despacho del sótano.

31 martes

Corre, Carles, corre

Méndez de Vigo, el flemático portavoz de un Gobierno agotadoramente flemático, alcanzó el éxtasis hace unos días cuando le preguntaron por la posibilidad de que Puigdemont fuera candidato el 21-D; horas más tarde, un ministro belga se mostró dispuesto a conceder asilo político al expresidente de la «Generalitat». Puigdemont ha elegido la oferta belga. La manoseada cita de Marx sobre la Historia que se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa, tiene por una vez cierto sentido si superamos las dificultades intelectuales de sustituir a Napoleón y a su sobrino por Companys y Puigdemont. Companys escapó de un régimen dictatorial, fue apresado por los nazis, extraditado y fusilado; Puigdemont ha sido destituido por un Gobierno democrático tras incumplir manifiestamente la Constitución y ha huido a un país célebre por la hospitalidad que dispensa a los individuos menos recomendables (Bruselas es el Beverly Hills del islamismo radical). La derrota y la venganza han convertido a Companys en un mártir; Puigdemont es un mindundi que fantasea con una epopeya heroica donde sólo hay pantomima de golpista chusquero que se escabulle.

1 miércoles

Inteligencia emocional

Esta mañana he ido al cementerio y me ha intrigado la escasez de flores junto a los nichos. Lo he atribuido a que se está perdiendo la tradición, pero una señora enlutada ha descartado mi diagnóstico. Me ha explicado que el problema es que ha surgido una segunda tradición: robar las flores en cuanto los deudos cumplimentan a sus difuntos. Es posible que Cataluña haya avasallado la rutina tan rotundamente que ahora resulta difícil reincorporarse a estos inverosímiles detalles de lo cotidiano o al estrés de los titulares que amenizan nuestro desayuno como un peaje diario. Los atentados con vehículo son otro ejemplo: hoy se habla mucho más del efímero estrellato de Puigdemont y su mariachi que de Halloween y Nueva York, donde un conductor ha embestido a la multitud. Dentro de unos meses, mencionaremos el trauma catalán como ahora el islamista, con una mueca resignada pero sin la indignación de los primeros atentados. La psicología denomina «resiliencia» a esta capacidad de adaptación a la adversidad y vale tanto para un nicho sin flores como para un gentío disfrazado de dolor, terror y destrucción que se topa realmente con la muerte.

2 jueves

Grandes esperanzas

Las actividades menos exigentes que desarrolla el ser humano son dormir y gastar dinero. En ambas basta con tener la conciencia tranquila o carecer de ella. El «Consell» ha presentado un presupuesto rumboso de gastos e inversiones para 2018 que de una parte guarda fidelidad a sus convicciones socialdemócratas y de otra allana el camino para las elecciones de 2019. Estos nuevos compromisos se financiarán con el aumento de ingresos gracias al crecimiento económico previsto. Es ortodoxia presupuestaria, que al fin y al cabo descansa en previsiones y no en certezas. Ahora bien, existen tres clases de previsiones: agoreras, entusiastas y del Banco de España. Las de Montoro suelen pertenecer al primer grupo y siempre van acompañadas de algún matiz siniestro acerca del déficit; las del «Consell» al segundo, ya que nada puede perder quien ha aprendido a convivir con el déficit como los sudaneses con la hambruna; las del Banco de España son que el crecimiento económico se reducirá un 60% en los próximos dos años debido a la crisis catalana. Tal vez el «Consell» haya elegido un mal año para dejar de fumar.

3 viernes

Dios lo quiere

No consigo ver cómo el encarcelamiento de nueve exconsejeros de la «Generalitat» puede proporcionar más soluciones que problemas. El más notorio de ellos, Junqueras, escribió cuando supo que iba a ser encarcelado: «Haced que el bien derrote al mal el 21-D». El psiquiátrico y no la cárcel sería el alojamiento adecuado para este mesías que convoca una cruzada con «senyera», barretina y escapularios de la «Moreneta» que extermine a los satánicos españoles. Como Cervantes, Da Vinci y Colón, ahora Dios también es catalán. Asumiendo que las objeciones de los penalistas son malabarismos tan respetables como los argumentos de la jueza, singularmente el riesgo de fuga del que Puigdemont constituye una prueba elocuente, lo incuestionable es que el independentismo trastabillaba sonámbulo tras el directo a la mandíbula del 155 y la caravana de golpistas preventivos puede facilitar una lista única que «monsieur» D´Hondt premiará frente al batiburrillo rival. Por el momento, Colau ha surgido de las tinieblas del limbo, las fisuras en el PSC ya son irreversibles y nueve previsibles candidatos en las elecciones del 21-D durmieron anoche en un catre con barrotes.

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