23 lunesURNAS DE FIERABRÁS
No ha sido un 155 de acero inmisericorde, pero tampoco la versión mojigata que algunos temían. Volviendo a la teoría de juegos (es curioso que la «consellera» Clara Ponsatí, el cerebro más despejado que rodea a Puigdemont, sea una eminente economista especializada en teoría de juegos), se acorta la distancia entre los dos conductores que circulan en rumbo de colisión. Pero tal vez el «juego de la gallina» no sea el patrón idóneo ya que uno de los conductores, el Estado, nunca puede dar un volantazo aunque sí disminuir la velocidad; es el otro conductor quien debe optar por variar el rumbo o colisionar con su utilitario contra el «bulldozer» estatal. Desde Moncloa se sugiere que la convocatoria de elecciones por parte de Puigdemont equivaldría a ese volantazo. Ahora bien, si las nuevas elecciones reproducen el resultado de las anteriores y la carrera se reanuda, no habría habido volantazo sino dos vehículos detenidos momentáneamente (salvo que un Parlament siamés del anterior decida apearse del coche). La alternativa es que la Generalitat declare el jueves la independencia y el «bulldozer» aproe la Diagonal con un megáfono anunciando decretos y los novios de la muerte encaramados al capó.
24 martesUSTEDES MISMOS
Hace meses pensé sin ironía que el Gobierno debería recopilar las intervenciones de Tardá y Rufián y remitirlas a los medios extranjeros para desbaratar el prestigio del «procés». Pero el Gobierno restó importancia a la opinión pública y los españoles tendentes a flagelarnos, prácticamente todos, fuimos alojados en una insuperable cámara de los horrores por la prensa internacional: España era la resurrección con faralaes de la moribunda India colonial y Rajoy un virrey Mountbatten de esparto que encarcelaba a santones barbudos y enviaba a sus «gurkas» con tricornio a repartir varazos entre famélicos payeses. Tras ceder el plató a los agresores, las auténticas víctimas reaccionaron con la manifestación del 8-O y el Gobierno se colocó a rebufo de la revuelta. Por fin, los corresponsales comienzan a rectificar sus gansadas y los editoriales admiten haber sido abducidos por la propaganda separatista. También ha irrumpido nuestro ministro de Asuntos Exteriores, un burócrata sin instinto político a quien ni siquiera conocemos nosotros, concediendo un par de entrevistas discretamente beligerantes para contrarrestar las ruedas de prensa de Guardiola. Uf.
25 miércolesESTRÉS PRETRAUMÁTICO
La Generalitat de Cataluña aprobó ayer el Plan Director de Salud Mental, cuyo preámbulo asegura que «según datos de 2015, uno de cada seis catalanes padece ansiedad y depresión» (es una coincidencia que en 2015 se celebrasen las últimas elecciones autonómicas). Esto me recordó que, en plena batalla de Verdún, el Parlamento inglés debatió agriamente si debía permitirse a los viudos casarse con sus cuñadas. Decidí comprar pan de ángel en el convento de las Clarisas y refugiarme en el cine para ver «Blade Runner 2049». No fueron decisiones extravagantes: el pan de ángel combate el estrés (los síntomas de contagio son ya evidentes fuera de Cataluña) y «Blade Runner 2049» es una película apocalíptica, alegórica, de espoleta retardada y con bandos inequívocos, lo que la convierte en una réplica ajustada de la hecatombe que pueden desencadenar los dementes que pretenden proclamar la república catalana. Si la pesadilla persevera y se aplica el 155, el portavoz Turull no podrá dar a conocer los catastróficos datos de ansiedad y depresión en 2017 con el prólogo previsible: «Además de robarnos, España nos hiperventila».
26 juevesMI REPÚBLICA POR UN CABALLO
Una conclusión tentadora de lo que ha ocurrido esta tarde es que Puigdemont todavía no sabe si debe temer más al adversario que a sus cómplices. Lo incuestionable es que no ha reiterado la declaración de independencia ni convocado elecciones. Sea fruto del pánico a la cárcel o al motín, o de la sagacidad política, la maniobra de Puigdemont fuerza la aplicación del artículo 155. Aunque la proactividad de Rajoy apenas supere la de una maceta y el PSOE no sea un aliado fiable por su justificado temor a desmenuzarse en Cataluña, el Gobierno ya no tiene otra opción que actuar antes de que la CUP monte barricadas o Ciudadanos supere los cien escaños. Y el inverosímil paladín del Estado va a ser un indolente funcionario de provincias con una propensión enfermiza a amontonar urgencias en la bandeja de asuntos pendientes. Ocurre que Rajoy es incapaz psicológicamente de asumir que la fuerza no es el último recurso para defender la ley, sino el primero. Como escribió un fatalista, a veces es mejor encender un lanzallamas que maldecir a la oscuridad.
27 viernesVIERNES DE DOLOR
Hoy he tomado el autobús coincidiendo con la salida de los institutos. Iba atestado de bachilleres cuya cháchara fogosa ahogaba las voces de Rajoy y Puigdemont que el conductor y yo intentábamos descifrar. Dos horas antes, el Parlamento catalán había iniciado el debate sobre un salto al vacío que, por encima de las leyes humanas, desprecia la ley de la gravedad y he pensado que los colegas catalanes de mi muchachada también estarían atronando los autobuses en aquellos momentos. ¿Hablarían de la DUI y el 155? ¿Lucirían pegatinas esteladas en sus mochilas? En las elecciones generales de 1979, las primeras constitucionales, Cataluña eligió para el Congreso a 17 diputados del PSC-PSOE, 12 de UCD, 8 comunistas, 8 de CIU, 1 de Esquerra y 1 del PP: 38 diputados no nacionalistas frente a 9 nacionalistas. Es ridículo argumentar que la brutal inversión de esos datos no tiene relación con el concienzudo adoctrinamiento escolar y la propaganda disfrazada de información y relato cultural que unos han auspiciado pero otros tolerado. Hace unos minutos, el «Parlament» ha culminado una travesía de cuarenta años hacia el abismo que también tiene una explicación casi científica.
